Vivir con mis suegros o mis padres: cómo gestionarlo

vivir con los suegros

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Tal vez te suene familiar la historia que te cuento a continuación, ya sea por ti mismo, o por alguna persona que conoces… 

Antonio se fue de la casa de sus padres con 24 años, había terminado sus estudios y había encontrado un trabajo que le dio la oportunidad de independizarse. Tres años después, en la empresa en la que trabajaba, hubo una serie de problemas económicos y decidieron hacer una reducción de personal.

Antonio fue uno de los que tuvo que marcharse de la empresa. Los primeros meses, pudo tirar de los ahorros que tenía; pero, llegó un momento en que tuvo que tomar una decisión, tenía que volver a la casa de sus padres. 

Como te decía, puede que te suene esta historia que, a pesar de que la he inventado, es bastante frecuente y quizás, tú mismo podrías ser este Antonio. O peor aún…la pareja de Antonio, a quien lo tocaría vivir con sus suegros.

Regresar a casa de mis padres 

Hay muchas personas que, finalmente, han tenido que tomar esta decisión, la de volver a vivir a la casa de sus padres: ya sea porque han perdido su trabajo, o porque se han divorciado y no pueden costearse una vivienda. 

Todas las personas que han pasado por esta situación coinciden en lo mismo; en que volver a vivir con los padres después de haberte independizado, a pesar de que los quieras mucho, es una experiencia muy poco agradable, y a veces hasta devastadora. 

Esta situación puede llegar a ser devastadora por muchos motivos. En primer lugar, porque al irte de casa te habías convertido en una persona adulta, madura e independiente. Evidentemente, al volver a vivir con tus padres, sigues siendo un adulto maduro; pero ya no tendrás tanta independencia.

Ahora vives otra vez con ellos, en su casa. Con lo cual, hasta cierto punto por lo menos, tendrás que aceptar de nuevo sus normas.

De hecho, es muy frecuente en estos casos que los padres terminen por tratar a su hijo o hija adulto o adulta, como si fuera un o una adolescente. Pueden pretender, sin mala intención sino “por tu bien” controlar tus comidas, forma de vestir e incluso tus horas de salida o entrada de casa. Y esto, claro está, será un motivo de conflicto

Pero también puede ser un motivo de conflicto, el que tú te acomodes y no te impliques lo suficiente, o al menos ellos lo vean así, en las tareas de casa. 

Consecuencias de vivir con mis padres de nuevo

La nueva situación, que en realidad no es tan nueva porque ya la conocías de antes, es la misma situación de hace unos años…pero ahora eres tú el que ya no es el mismo.

Todo esto te deja con un sabor agrio  a fracaso que no consigues quitarte. Todo lo que habías conseguido en los últimos años, un trabajo, un piso, la independencia tan soñada y esperada, se esfuman en cuestión de pocos meses. 

Y te encuentras de repente en tu misma habitación de hace diez años, que en el mejor de los casos se mantiene exactamente igual que la dejaste; porque podría ser peor y haberse convertido en el despacho de tu padre o en la habitación de la plancha, tumbado en la misma cama y mirando al mismo techo.

Empieza entonces una cadena de emociones que no sabrías decir cuál de ellas es la peor. La sensación de haber fracasado es de las peores y la que más pesa.  Esta sensación de fracaso hace que tu autoestima se vea deteriorada de manera importante; y además de eso, te ataca la frustración y la sensación, casi la certeza, de que no podrás ya salir de ese bache.

Por último, la frustración provoca agresividad: lo que conlleva a una mala relación con tus padres; ya que no puedes evitar estar de mal humor y contestar mal ante cualquier observación que te hagan.

Por supuesto, si has tenido que volver a vivir con tus padres, no todo son desventajas. También tiene algunas cosas buenas; siempre tendrás la comida hecha cuando llegues a casa, las tareas del hogar ahora se reparten, estarás más acompañado y tendrás quien te escuche y te apoye siempre que lo necesites.

Lo curioso es que todas estas ventajas no parece que compensen, frente a la pérdida de la independencia, que es lo que suele afectar mas. 

¿Qué hacer si te has visto obligado a volver a vivir con tus padres? 

  • Lo primero de todo es, quitarte de la cabeza que esto ya no puede solucionarse, porque eso no es verdad. Claro que podrá solucionarse siempre que tú te lo propongas. Es posible que no sea fácil, pero desde luego, lo podrás solucionar y volver a conseguir esa independencia. 
  • Cuidado con las cosas que te dices a ti mismo, el hecho de que algo no haya salido como tú querías, no te convierte en un fracasado; ni en un desastre, ni en nada que se le parezca. Simplemente no ha salido bien y ya está. Tus pensamientos y tu forma de hablarte, van a determinar que te conformes; o bien que busques la manera de recuperar lo que tenías. Tú decides.
  • Ten cuidado también con la forma en que te relacionas con tus padres. Ponte por un segundo en su lugar, desde luego, lo que ellos quieren es lo mejor para ti; y que no hayas tenido mucha suerte esta vez, no es culpa de ellos. Recuerda siempre eso antes de abrir la boca y podrás evitar muchos momentos de malestar para todos. Y esa sería la respuesta asertiva perfecta por tu parte, “sé que lo hacéis por mi bien pero yo prefiero…”.
  • Por último, y suponiendo que tu objetivo sea volver a tener la independencia que tenías, que supongo que sí, dedica ahora el tiempo que antes dedicabas a trabajar, a buscar un nuevo empleo. Si realmente lo quieres y lo buscas, por más que te digan que las cosas están difíciles, lo podrás encontrar.  

Negociar nuevas normas para una convivencia tranquila 

Además de lo anterior, que te servirá para no desmoralizarte e intentar retomar la vida que ya tenías, hay algunas otras cosas, que te servirán para evitar los conflictos en casa y tener una convivencia tranquila. 

  • Por una parte, cada uno tendrá que intentar comprender a los otros. No es fácil para ninguno, a los hijos les cuesta la nueva situación, y a los padres, también les quita la tranquilidad que tenían. 
  • Valora las ventajas de esa situación. Sí, ya sé que es complicado. Pero como siempre, existen unas ventajas para todos, y todos deben valorarlas, para poder tener una convivencia lo más agradable que se pueda. 
  • Por último, entre todos, se podrían negociar unas normas de convivencia. Es decir, cómo se reparten las tareas, cuáles son los espacios comunes y los que son privados, así como respetar el tiempo libre de cada uno, etc… En definitiva, intentar tener una convivencia lo más respetuosa posible. 

Vivir con mis suegros: cuando los padres son los de mi pareja

Y, si como te digo, esta situación es algo complicada para todos, hay otra que no lo es menos. No sé decirte si más, menos o igual, pero lo es. Me refiero a tener que vivir con tus suegros. 

De la misma manera que en la situación anterior, hay circunstancias, como son los problemas económicos, la mala salud de los padres o cualquier otra que obliga a los hijos a vivir con sus padres; y por extensión, a sus parejas, el tener que vivir con sus suegros. 

Puede que para los hijos no sea tan malo, al fin y al cabo, van a vivir en donde ya habían vivido antes, digamos que es su territorio. Sin embargo, para las parejas, sí que puede ser más difícil. 

La pareja, es decir, el miembro de la pareja que no es el hijo o la hija, puede llegar a sentir un profundo rechazo hacia los suegros, e incluso hacia el propio entorno en el que vive. Está intentando formar una familia propia, o continuar con la que ya tenía,  en una casa que no es la suya y en la que, las normas las ponen los propietarios, como es normal.

Por tanto, la pareja no podrá establecer sus propias normas y su rutina diaria. No podrá tener su independencia, su autonomía, ni su espacio de intimidad donde poder resolver sus impulsos, tanto de pasión como de enfados…o simplemente, tener una conversación privada.  

Además de eso, los padres querrán meterse en las decisiones de su hijo o hija, así como en la educación de los niños, si los hay. Puesto que el que estén viviendo en su casa, les hace creer que están perfectamente en su derecho. Sin duda, esto último puede desembocar en discusiones y conflictos, tanto con los suegros como con la pareja. Y no te digo nada, si a tu suegra no le gusta la forma en que limpias, o no le gusta lo que sueles cocinar. 

Claro que el estar viviendo con tus suegros, igual que en el caso anterior,  no tiene desventajas únicamente, algunas ventajas también tiene. Por ejemplo: se pueden hacer cargo de los niños, si los dos miembros de la pareja están trabajando, e incluso si quieren salir alguna noche.

Los niños pueden también pasar más tiempo con sus abuelos, que puede ser enriquecedor para ellos. Pero además y por supuesto,  no todos los suegros o suegras, ni mucho menos, son tan malos como se les suele pintar en las bromas o chistes…y vivir con ellos no tiene por qué ser una mala experiencia. 

¿Qué hacer si debo vivir con mis suegros?

Entonces… ¿es posible vivir con los suegros sin que la convivencia termine en pelea? 

Sí, por supuesto que es posible, siempre y cuando, se dejen claras algunas cosas desde un principio. 

Lo ideal sería que, antes de que te vayas a vivir con tus suegros, o que ellos vayan a vivir a tu casa, que también puede pasar, se tenga una buena conversación entre todos los que van a convivir. La idea sería que todos tengan claro cuál será su papel, es decir, cuál será la responsabilidad de cada uno en la casa.

Cuando todos saben y aceptan sus responsabilidades, es más fácil que no haya problema, ya que cada uno sabrá cuál es su límite y cuál el de los otros. Por ejemplo, se puede especificar que las decisiones que afectan a cada una de las parejas, es exclusivamente de cada una de las parejas. Que no quita que se pueda pedir opinión o consejo, pero que la decisión final es de cada uno. 

Se podría especificar también, quién será el responsable final de la educación de los niños. Que no quita tampoco que se pueda ayudar a cuidarlos, en función de los horarios que tengan los adultos. 

En resumen, se trataría de establecer unas normas, como en cualquier otra casa, pero con más razón en estos casos, donde convive más gente. Normas que todos tendrán que respetar para que haya una buena convivencia. Y, al mismo tiempo que se establecen unas normas, se establecen también unos límites, con lo que, cada uno tendrá claro hasta dónde puede llegar.  

Otra manera de evitar conflictos, podría ser establecer unos horarios para las tareas comunes de la casa, por ejemplo las horas de las comidas, en función de los horarios que tenga cada uno, aunque, es posible que los horarios no sean compatibles unos con otros, con lo que, se podría establecer un día en el que puedan comer todos juntos, , o cuáles son los días que toca hacer limpieza. Es una buena manera de que haya un orden en la casa, y de que todos sepan cuál es. 

Respetar los espacios

Otra cosa muy importante en estos casos, es que cada uno pudiera disponer de tiempo libre para sí mismo, de su espacio en la casa y de sus momentos de intimidad. Puesto que todo esto se suele tener en una casa donde vive una sola familia, habría que hacer lo posible para que también se tenga en una casa con dos familias. 

Esto significa que, en la medida de lo posible, es importante que cada uno tuviera su habitación, que los niños tuvieran un sitio para jugar, que tuvieran un sitio donde estudiar y hacer la tarea, e incluso, que cada uno tuviera su sitio fijo en la mesa. Tener cada uno su propio espacio, ayuda a que se sienta más cómodo…digamos que eso te ayuda a sentirte más en tu casa. 

Además es también importante que cada miembro de la familia pudiera disponer de su tiempo, y ese tiempo tiene que ser respetado por los demás. Por ejemplo: puede que alguien tenga unas horas para ir al gimnasio, o un día para salir con sus amigos, o un ratito tranquilo para poder leer, o hacer cualquier otra tarea. 

Otra muy buena idea para las personas que tienen que vivir con sus padres o sus suegros, yo diría que la mejor de todas, si quieren evitar los conflictos, es mantenerse al margen de las discusiones que no van con ellos.

Si tu pareja se pone a discutir con su madre o su padre, o tu hijo se pone a discutir con su pareja, y la cosa no va contigo, mejor no te metas en ella. Y si puedes, ponte a hacer algo en otra habitación. Dicho muy claramente, no te metas donde nadie te ha llamado, te aseguro que esta es la mejor manera de que no haya conflicto alguno. 

Rosa Armas 

Colegiada T-1670 

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