¿Cuántas veces habremos dejado de hacer o de decir alguna cosa que nos apetecía porque nos dio vergüenza?
Hablo en plural porque, con toda seguridad, eso nos ha pasado a todos alguna vez. Pero no sólo hemos dejado de hacer cosas por vergüenza, sino que incluso, hemos hecho algo que más tarde y recapacitando, nos ha hecho tener ese sentimiento: porque creemos que lo hecho no fue adecuado.
Está muy claro que una parte de nuestra propia identidad se forma a partir de la interacción con los demás, a partir de cómo nos perciben los otros y de cómo reaccionan cuando nos ven. Por lo tanto, sentir vergüenza no es más que la preocupación o el miedo, por la valoración negativa que puedan hacer los demás de nosotros y de nuestro comportamiento.
Y es esa preocupación, la que consigue que en muchas ocasiones no nos comportemos como realmente queremos hacerlo. Pero claro, sentir vergüenza en demasiadas ocasiones, hará que nuestra autoestima sufra las consecuencias.
Por esta razón, hoy quiero darte algunas pautas de cómo puedes superar la vergüenza, cuando ésta te limita en exceso.
La vergüenza
Vamos a empezar por definir qué es exactamente la vergüenza. Pues bien, la vergüenza es la valoración, por supuesto negativa, que hacemos nosotros mismos de algo que hemos hecho. Aunque en realidad no es nuestra valoración la que nos preocupa; lo que nos preocupa de verdad es la posible valoración que puedan hacer los demás sobre nuestra conducta.
De hecho, estar demasiado pendiente de lo que puedan opinar los otros es lo que hace que aparezca la vergüenza. Por tanto, y como esa sensación tiene que ver con el posible juicio de los demás, si sentimos vergüenza con mucha facilidad y en muchas ocasiones, podríamos llegar incluso a desarrollar una fobia social, aunque esto sería un caso extremo.
¿De qué depende que sintamos más o menos vergüenza?
El sentir más o menos vergüenza, depende de varios factores. Por una parte, está estrechamente vinculada con nuestra autoestima. Una persona con una autoestima adecuada, sentirá menos vergüenza, o ésta será menos duradera que otra persona con una baja autoestima.
Por otra parte, las diferentes culturas también tienen su función aquí. Hay conductas que para algunas culturas son perfectamente normales y están aceptadas socialmente, por lo que no producen vergüenza alguna. Sin embargo, para otras culturas, la misma conducta puede ser vergonzosa.
También tiene una gran influencia la manera en que nos educaron desde pequeños, porque si tuvimos una educación en la que se nos recriminaba cualquier cosa que hacíamos, o bien se nos comparaba con otros que supuestamente lo hacían todo correctamente, es muy probable que nuestro sentimiento de vergüenza sea muy alto.
Pero sin lugar a dudas, el factor que tiene más peso es cómo valoramos nosotros mismos nuestra conducta: cómo valoramos cualquier error que podamos cometer, porque en realidad, la valoración que van a hacer los demás nunca vamos a poder controlarla, y prácticamente nunca vamos a conocerla.
La parte positiva de sentir vergüenza
Con todo lo dicho hasta ahora, da la impresión de que sentir vergüenza es algo negativo en todos los casos. Sin embargo, no es así.
Sentirnos avergonzados por algo que hemos hecho y que consideramos que ha sido incorrecto, nos permite adaptarnos a las reglas sociales, sean éstas explícitas o implícitas. Además, nos permite pedir perdón, si consideramos que lo hecho o lo dicho no se ajusta a lo que sería correcto, y, al mismo tiempo, procurar no volver a hacerlo.
Claro que una cosa es hacer algo que sea incorrecto y que pueda perjudicar a otros, y otra muy diferente llevar al extremo esa vergüenza, y dejar de hacer cosas que te vendrían bien o te apetecerían sólo por el miedo a lo que piensen los demás de ti.
¿Qué puedes hacer para superar la vergüenza?
Como te digo, el problema se da cuando el exceso de vergüenza te limita la vida, y no te permite ser como eres, comportarte como quisieras, o por ejemplo, decir lo que opinas; por el miedo a ser rechazado o juzgado de forma negativa.
Así que te daré algunos consejos que pueden ayudarte a reducir ese sentimiento tan molesto.
- Hablar de ese sentimiento con alguien de tu confianza, aceptar que es algo que sientes con frecuencia, te servirá para dejar de sentir vergüenza de tu vergüenza, e ir viéndolo con más naturalidad. Porque, al fin y al cabo, es algo natural. Y si no, ¿conoces a alguien que nunca haya cometido ningún error? Seguro que no, porque eso es imposible.
- Por otra parte y en general, la gente no está pendiente de lo que haces para pensar mal de ti. Aunque sí que hay quien lo haga, no es lo habitual.
- Cuando te apetezca hacer o decir algo y sientas vergüenza, piensa si es a ti a quien no le parece adecuado hacerlo: o crees que es a los demás a quien no se lo parecerá. Para ello puede ayudarte pensar en qué pensarías tú, si eso mismo lo hace alguien que conoces. Probablemente, eso mismo, hecho o dicho por otra persona te parecería absolutamente normal. Así que si lo haces tú, también lo será.
- Ante cualquier situación en que sientas vergüenza, como por ejemplo una equivocación al hablar, haz una broma sobre ello…ríete de ti mismo y comprobarás que el sentido del humor hará que pase muy rápido ese momento incómodo. Además de que para los que estén presentes, será un toque de humor al que no le darán más importancia.
- Trabaja tu autoestima, si, aquí vuelve a salir la autoestima, como ves, es importante para casi todo. Si mantienes una buena autoestima, lo que dejes de hacer o de decir, será porque a ti no te parece adecuado, y no porque creas que no le parecerá adecuado al resto del mundo. Con una buena autoestima, le darás muy poca importancia a los errores, o quizás ninguna. Por supuesto no hablo de transgresión de normas, que esas ya sabemos todos las que son, y no dependen de valoraciones subjetivas.
Rosa Armas
Colegiada T-1670