¿Es beneficioso recompensarnos a nosotros mismos?

cómo recompensarnos

Compartir en tus redes:

Las recompensas tienen una    función muy importante en relación con nuestro comportamiento. Por una parte nos sirven de motivación para hacer esas cosas que no nos agradan demasiado, pero que debemos hacer sí o sí. Por la otra, nos sirven de premio por haberlas hecho.

Por esa razón, las recompensas son algo que debemos ofrecer, tanto a otras personas como a nosotros mismos. Está muy claro que, cuando alguien tiene el detalle de recompensarnos por un trabajo hecho, por un favor, o por un esfuerzo realizado, nos hace sentir satisfacción por lo que hemos hecho.  

Como te decía, las recompensas nos sirven como premio y nos motivan para seguir adelante con el trabajo y el esfuerzo. Podríamos decir que es como el motor que nos impulsa a seguir activos en esa tarea que ha sido recompensada. Pero la pregunta que a mi se me ocurre es ¿funciona la recompensa de la misma manera si nos la dan desde fuera, que si nos la damos nosotros mismos?

Es decir: si yo me doy un capricho, porque creo que me he esforzado en algo y me lo merezco ¿tiene el mismo efecto motivador y el mismo efecto retributivo que si me lo aporta una persona externa? 

Está claro que no todas las actividades que hacemos necesitan de una recompensa, ni externa ni propia, porque la misma actividad ya nos resulta motivante y gratificante. Algo que nos gusta mucho hacer, algo con lo que realmente disfrutamos (que puede ser incluso el trabajo) porque a cada uno le gusta lo que le gusta, no es necesario que lo recompensemos…porque ya es una recompensa en sí misma. Aunque es verdad que en el caso del trabajo, por mucho que nos guste, se nos recompensa con el sueldo. 

Sin embargo, por lo que sí que estaría bien que nos premiáramos a nosotros mismos es por esas tareas que debemos hacer que nos parecen aburridas, tediosas, y que vamos dejando para después una y otra vez porque nos parecen insoportables.

¿Por qué es beneficioso recompensarte a ti mismo? 

Nos queda claro por tanto que no hace falta que esperemos a que otra persona reconozca el esfuerzo que hemos hecho, y nos dé una recompensa por ello. Lo podemos gestionar nosotros mismos, para sacar de esa recompensa la energía que necesitamos; ya que esto tendrá los mismos efectos que si lo hace otra persona desde fuera.

Puede llegar a ser más motivador hacer algo que te fastidia cuando eres tú mismo quien pone la recompensa por ello, porque eres tú quien mejor puede saber qué es lo que te gusta y te resulta satisfactorio. Con lo cual podrás administrar mejor la recompensa, porque sabrás qué servirá, cuándo y de qué manera es más adecuada.

Te servirá además para crear el hábito de hacer esa tarea, si es que es algo que debes hacer; o bien te has propuesto hacer  con frecuencia, pero que no te gusta demasiado. Por ejemplo: estudiar para unas oposiciones, hacer deporte con más frecuencia, o tal vez mantener la dieta o dejar de fumar. 

¿Cómo deben ser las recompensas?

Pero claro, para obtener ese efecto de motivación a la hora de ponernos en una tarea que no nos agrada tanto no sirve cualquier cosa, ni de cualquier manera. Hay que tener en cuenta algunos aspectos para que realmente funcionen, y a la vez para que las puedas disfrutar. 

  • En primer lugar, no te centres únicamente en la satisfacción que te produce la reconpensa que has elegido para premiarte. Además de disfrutarla, céntrate también en la satisfacción que produce, haber logrado hacer eso que tanto te incomodaba tener que hacer, pero que al final has logrado. Eso de “bien, ya está hecho”. Por una parte se trataría de una recompensa doble, y por la otra te ayudará la próxima vez que tengas que hacer esa tarea de nuevo. 
  • Por otra parte, y de la misma manera que hacemos con los premios o los castigos que le ponemos a un niño, procura que tu recompensa sea proporcional al esfuerzo que has tenido que hacer. La idea sería que la recompensa que te pongas sea lo suficientemente buena como para motivarte, pero al mismo tiempo que no sea excesiva teniendo en cuenta el trabajo que has hecho. Si te suena a poca cosa, no hará el efecto que quieres, pero si es excesivo podrías adoptar una mala costumbre. 
  • Ve cambiando de recompensa. Sería buena idea que no siempre te recompensaras con lo mismo, porque esto hará que desaparezca su capacidad motivadora. Si terminas haciendo la misma cosa, cada vez que acabas de hacer una tarea que te disgusta, esa acción, dejará pronto de ser un premio, para convertirse en un hábito, o lo que es aún peor, en una rutina. Así que, como seguro que hay varias recompensas que te pueden entusiasmar, cámbialas en función de lo que te apetezca, y en proporción a tu esfuerzo.

Qué actividades no te sirven como recompensa

Hay algunas cosas que no sirven para recompensarte, o al menos de la forma que esperas, y algunas otras que pueden servir, pero sólo de vez en cuando y no de forma continuada. Porque de manera continuada pueden terminar siendo un problema…te cuento cuáles son. 

El descanso, la comida  y el cuidado personal básico, no sirven como recompensa. Descansar después del trabajo, dormir las horas necesarias, o comer sano y bien, son cosas básicas que no servirán para recompensarte. Son actividades necesarias que has de hacer para cuidarte y poder seguir funcionando bien, pero no servirán como un premio a una tarea tediosa.

Las cosas que pueden terminar siendo un problema a la larga, si las mantienes por mucho tiempo son: comer algo en concreto y con muchas calorías, ir de compras con frecuencia, y ya ni te cuento, consumir alcohol u otras sustancias.  

Es verdad que cocinar tu plato favorito, darte un capricho de algo que te guste mucho, o comprar algo que te hace mucha ilusión en un momento puntual, puede servir: pero hacer esas actividades de forma continuada, como modo de premiarte, puede terminar por perjudicar a tu salud, y también a tu economía.

Recuerda que el premio que te des por tu esfuerzo, no tiene por qué costar dinero, puede ser simplemente un rato de descanso donde no te moleste nadie, o un baño relajante.

En conclusión: puedes premiarte a ti mismo, porque tendrá un efecto favorable en tu rendimiento. Siempre y cuando varíes las recompensas, no sean algo que te perjudican y sean proporcionales a tu esfuerzo. Así que ya sabes: después de una tarea fastidiosa que por fin has dejado de posponer para más tarde, regálate un premio… porque me lo he ganado y porque me lo merezco. 

Rosa Armas

Colegiada T-1670

psicólogo 24 horas

¿Necesitas hablar con un psicólogo? Estamos disponibles las 24 horas de los 365 días del año

Compartir en tus redes:

Artículos recientes

Categorías

Suscribirse

Suscríbete con tu email y recibirás información sobre promociones especiales para suscriptores