Está muy claro que cuando alguien tiene el detalle de recompensarnos por un trabajo hecho, o por un esfuerzo realizado, nos hace sentir satisfacción por lo que hemos hecho.
Las recompensas nos sirven como premio, y nos motivan para seguir adelante con el trabajo y el esfuerzo. Podríamos decir que son como el motor que nos impulsa a seguir activos en esa tarea.
Pero la pregunta que a mi se me ocurre es: ¿funciona la recompensa de la misma manera si nos la dan desde fuera, que si nos la damos nosotros mismos?
Es decir: si yo me doy un capricho, porque creo que me he esforzado en algo y me lo merezco, ¿tiene el mismo efecto motivador que si me lo aporta una persona externa?
Está claro que no todas las actividades que hacemos necesitan de una recompensa, ni externa ni propia, porque la misma actividad ya nos resulta motivante. Algo que nos gusta mucho hacer, algo con lo que realmente disfrutamos; que puede ser incluso el trabajo…porque a cada uno le gusta lo que le gusta. No es necesario que lo recompensemos, porque ya es una recompensa en sí misma.
Sin embargo, por lo que sí que estaría bien que nos premiáramos a nosotros mismos es por esas tareas que debemos hacer que nos parecen tediosas, y que vamos dejando para después una y otra vez: porque nos parecen insoportables.
¿Por qué es beneficioso recompensarte a ti mismo?
Nos queda claro que no hace falta que esperemos a que otra persona reconozca el esfuerzo que hemos hecho, y nos dé una recompensa por ello. Lo podemos gestionar nosotros mismos, para sacar de esa recompensa la energía que necesitamos, y que tendrá los mismos efectos que si lo hacen desde fuera.
Es mucho más motivador hacer algo que te fastidia, cuando eres tú mismo quien pone la recompensa por ello. Porque eres tú quién mejor puede saber qué es lo que te gusta, y te resulta satisfactorio. Con lo cual la podrás administrar mejor, porque sabrás qué servirá, cuándo y de qué manera es más adecuada.
Te servirá además para crear el hábito de hacer esa tarea, si es algo que debes hacer o bien te has propuesto hacer con frecuencia. Por ejemplo: estudiar, hacer deporte, mantener la dieta, o dejar de fumar.
¿Cómo deben ser las recompensas?
Pero claro: para obtener ese efecto de motivación a la hora de ponernos en una tarea que no nos agrada tanto, no sirve cualquier cosa, ni de cualquier manera. Hay que tener en cuenta algunos aspectos, para que realmente funcionen; y a la vez, para que las puedas disfrutar.
- En primer lugar, no te centres únicamente en la satisfacción que te produce la recompensa que has elegido para premiarte. Además de disfrutarla, céntrate también en la satisfacción que produce haber logrado hacer eso que tanto te incomodaba. Eso de, “¡bien, ya está hecho!”. Por una parte, se trataría de una recompensa doble, y por la otra, te ayudará la próxima vez que tengas que hacer esa tarea de nuevo.
- Por otra parte, y de la misma manera que hacemos con los premios o los castigos que le ponemos a un niño, procura que tu recompensa sea proporcional al esfuerzo que has tenido que hacer. La idea sería que la recompensa que te pongas sea lo suficientemente buena como para motivarte, pero que no sea excesiva; teniendo en cuenta el trabajo que has hecho. Si te suena a poca cosa no hará el efecto que quieres, pero si es excesivo podrías coger una mala costumbre.
- Ve cambiando de recompensa. Sería buena idea que no siempre te recompensaras con lo mismo, porque esto hará que desaparezca su capacidad motivadora. Si terminas haciendo la misma cosa, cada vez que acabas de hacer una tarea que te disgusta, esa acción dejará pronto de ser un premio, para convertirse en un hábito; o lo que es aún peor, en una rutina. Como seguro que hay varias actividades que te entusiasman, cámbialas en función de lo que te apetezca y en proporción a tu esfuerzo.
Qué actividades no te sirven como recompensa
Hay algunas cosas que no sirven para recompensarte, o al menos de la forma que esperas. Y algunas otras que pueden servir, pero sólo de vez en cuando y no de forma continuada, porque pueden terminar siendo un problema. Te cuento cuáles son;
En primer lugar, el descanso y el cuidado personal básico, no sirven como recompensa. Descansar después del trabajo, dormir las horas necesarias, o comer sano y bien, son cosas básicas que no servirán para recompensarte. Son actividades necesarias que has de hacer para cuidarte y poder seguir funcionando bien, pero no como un premio a una tarea tediosa.
Las cosas que pueden terminar siendo un problema a la larga, si las mantienes por mucho tiempo son: comer, ir de compras, y ya ni te cuento, consumir alcohol u otras sustancias.
Es verdad que, cocinar tu plato favorito, darte un capricho de algo que te guste mucho, o comprar algo que te hace mucha ilusión, en un momento puntual puede servir. Pero hacer esas actividades de forma continuada, como modo de premiarte, puede terminar por perjudicar a tu salud y a tu economía.
Por lo tanto, puedes premiarte a ti mismo, porque tendrá un efecto favorable en tu rendimiento. Siempre y cuando las recompensas sean variadas, no sean algo que te perjudican, y sean proporcionales a tu esfuerzo.
Así que ya sabes: después de una tarea fastidiosa, un premio porque me lo he ganado; y porque me lo merezco.
Rosa Armas
Colegiada T-1670.