Por lo general, somos bastante buenos en hablar y comunicar lo que queremos. Sin embargo, y en general, no somos tan buenos a la hora de escuchar a quien nos está hablando.
Imagina esta situación: estás en tu casa, preparándote para salir. Le estás contando a tu pareja, o a un familiar, todo lo que tienes que hacer ese día; y le pides que si puede pasar por una farmacia y comprarte unas cosas, porque a ti no te dará tiempo.
Cuando llegas esa noche, no está en casa lo que habías encargado. Tú estás seguro de que se lo has dicho; pero esa persona te asegura que no le dijiste nada.
Es posible que algo parecido a esto te haya ocurrido más de una vez. Es un claro ejemplo de que esa persona te oyó (te tuvo que oír porque oye perfectamente) pero en absoluto te escuchó. Y no sólo ocurre cuando encargas algo; ocurre también cuando te encuentras con alguien, te pones a hablar, y esa persona te oye pero no te escucha.
Aunque puedan parecer la misma cosa, no es lo mismo oír que escuchar. Según definición del diccionario, oír significa percibir los sonidos a través del oído. Y escuchar significa prestar atención a lo que se oye.
Como ves, no es ni parecido. Para oír sólo hace falta un sonido y un oído que funcione bien. Para escuchar en cambio, es necesario tener la intención, prestar atención y saber interpretar lo que se está oyendo.
Está claro que para poder escuchar se requiere un mayor esfuerzo y concentración del que se necesita para oír.
Por qué muchas veces oímos pero no escuchamos
Hay varios factores que pueden interferir a la hora de que escuchemos a la otra persona, o al menos en que dejemos de escuchar una parte de su mensaje. Algunos de los factores que nos impiden escuchar, son los que te cuento ahora.
Estamos más pendientes de lo que queremos decir nosotros
Este puede ser seguramente el factor más frecuente por el que no escuchamos lo que nos dicen. Todos queremos hablar, expresarnos, estamos mucho más interesados en que nos escuchen que en escuchar.
Por esa razón, estamos pensando en lo que le diremos en cuanto se calle; y claro, eso no nos deja prestar atención y escuchar el discurso de la otra persona.
Nos distraemos
Otra de las razones por las que podemos dejar de escuchar, es que, cuando la otra persona está hablando, nos fijamos en su aspecto físico. En su ropa, en sus zapatos, en su pelo… esto lo hacen sobre todo las personas que son más visuales que auditivas…es decir, aquellas que le prestan más atención a lo que ven que a lo que oyen. O lo que es lo mismo: prestan más atención a los estímulos visuales que a los auditivos. Y esto, claro está, les distrae del discurso del otro y dejan de escuchar.
Pero además de eso, mucha gente se compara con aquella persona con la que está hablando, de manera inconsciente. Se compara en gestos, indumentaria o forma de hablar. Esto hará que su atención se diluya y deje de escucharte.
Pensamos en otra cosa
Que nos pongamos a pensar en otra cosa, en lo que tenemos que hacer justo después (por ejemplo) es otro de los motivos por los que dejamos de escuchar a nuestro interlocutor. Y esto, además de ser muy frecuente, es también normal.
No nos resulta tan fácil mantener la atención durante mucho tiempo, y nos pueden llegar a la cabeza muchos pensamientos: lo que tenemos que hacer según terminemos de hablar con esa persona…qué haremos para cenar…o bien algún recuerdo que nos evoque cualquier cosa que esa persona haya dicho.
Y claro, mientras pensamos en eso seguimos oyendo, pero ya no escuchamos.
No nos interesa lo que nos cuentan
Es evidente que, el que no nos interese demasiado lo que la otra persona nos cuenta, es otra buena razón para dejar de escucharla.
Puede que no nos interese nada; o puede que sólo nos interese una parte, y será a esa a la que le prestemos atención. El resto del mensaje lo oiremos sin duda, pero que le prestemos atención será complicado si no sentimos ningún interés.
Queremos dar consejos
Hay personas que no saben escuchar sin dar un consejo sobre lo que le están contando, sobre “lo mejor que puedes hacer”. Y claro, mientras están pensando en lo que van a aconsejarte, no podrán escuchar del todo lo que les cuentas: sólo escucharon una parte de ello.
Además de todos estos motivos, que nos hacen perdernos una parte del mensaje que nos está dando alguien, hay algunas personas que son especialmente malas para escuchar, y prefieren hablar ellas. A estas personas las conocerás porque mientras tú estés hablando, no pararán de interrumpirte para decir algo que seguramente es más interesante que lo que dices tú.
Cómo saber si alguien te está escuchando
Bueno, esto no se puede saber con total seguridad. Sin embargo, hay algunas señales que te pueden indicar que una persona no te está escuchando con toda la atención que tú querrías.
Si te interrumpen
Como te decía ahora, si una persona te interrumpe constantemente, es muy probable que te esté oyendo, pero que no te esté escuchando. Sin duda, está más pendiente de lo que ella quiere decir, que de lo que tengas que decir tú.
Si además de interrumpirte, lo hace para hablar de un tema totalmente diferente a lo que tú estás diciendo, quedan aún menos dudas de que efectivamente no le interesa demasiado lo que le estás contando.
Si no te determinan
Por otra parte, si la persona con la que hablas, se mueve demasiado, si la ves inquieta, si mira hacia los lados o a su reloj, es posible que sea porque está incómoda. Podría ser porque tenga prisa, o bien porque esté preocupada por algo; en ese caso, es muy posible que no te esté escuchando.
Claro que si está muy quieta y te mira fijamente, pero no hace ningún gesto, como el de asentir con la cabeza, apostillar alguna cosa o hacer alguna pregunta, podría ser que estuviera pensando en otra cosa…o bien, que se aburra soberanamente con tu discurso.
Otra pista de que no te escuchan, es que esa persona no te mire; esté mirando a otra parte, a otra persona, a su móvil, o a una mosca que acaba de pasar. Si cuando terminas de hablar no te contesta: o está reflexionando sobre lo que has dicho, o es que no se enteró de nada.
Si ves estas señales en tu interlocutor, no te lo tomes a mal. No siempre la razón de que no te escuchen es falta de interés. A veces es cansancio, otras puede ser que tenga prisa, o que esté preocupada por algo importante y no esté para mucha conversación.
Por supuesto, también puede ser falta de interés por parte de la otra persona. En ese caso, y si lo notas, no puedes hacer mucho con eso. Quizás lo más práctico sería callarte y dedicar tu energía a otras cosas.
Rosa Armas
Colegiada T-1670