¿Cómo sueles saludar a las personas cercanas y queridas cuando te encuentras con ellas?
¿Eres de las personas a las que les gusta demostrar el afecto con besos y abrazos, o eres de los que no te gustan nada estas demostraciones afectivas?
¿Prefieres un saludo verbal y ya está, porque odias el contacto físico?
Encontrarnos con una persona cercana y saludarla con un beso, en algunos casos con dos; darle un apretón de manos, o recibir un toque en la espalda a modo de abrazo como una señal de afecto por parte de un amigo. Todos estos son gestos muy habituales, por lo menos en nuestra cultura, con los que nos encontramos a diario y a los que probablemente no le demos ninguna importancia.
Todas éstas son muestras de cariño bastante cotidianas. Seguramente podríamos vivir sin ellas, pero la realidad es que las tenemos, y en general, convivimos con ellas sin mayor problema.
El área permitida de contacto físico
Pero además de que sean gestos cotidianos de amistad y de cariño, el contacto físico forma parte también de las relaciones íntimas. Digamos que el área permitida de contacto físico aumenta, en función del grado de intimidad que tengamos con la persona en cuestión.
De hecho: el tacto es de los cinco sentidos el que utilizamos con mayor precaución, dependiendo de con quién y del momento.
Pero claro, no existe una “cantidad” de contacto físico que sea la adecuada para todas las personas. No todos necesitamos ni a todos nos apetece la misma cantidad. Hay personas para las que el contacto físico es fundamental, lo necesitan para demostrar afecto, así como para sentirse queridas.
El espacio personal
Sin embargo, hay otras personas que rechazan el contacto físico. No les gusta que les den besos, ni que les toquen, o que alguien que les habla se les acerque demasiado…simplemente no lo consideran necesario. Estas personas viven estos gestos, y el contacto físico, como una invasión de su espacio personal.
El espacio personal es ese espacio que existe entre nosotros y la otra persona, con el que nos sentimos cómodos en las interacciones personales, y que es más pequeño cuanto mayor es la intimidad que tenemos con la persona.
Pero cuando no hay demasiada cercanía con una persona, el hecho de que se acerque demasiado para hablarnos, por ejemplo, nos suele incomodar un poco.
Algunas personas, como te decía, no soportan ese contacto físico. No soportan que les den un beso cada vez que se encuentran con un conocido, no soportan a esa gente que les toca el brazo cada diez segundos cuando están hablando con ellos; esa curiosa costumbre que tienen algunas personas, les ponen de los nervios.
Claro que esto ocurre en los casos más leves, en personas más reservadas, que simplemente se sienten incómodas con el contacto físico. En los casos más graves se puede dar una auténtica fobia al contacto físico, lo que se conoce como hafefobia.
¿Qué es la hafefobia?
La hafefobia es el miedo intenso, y por supuesto irracional, a ser tocado y a tocar a otra persona. Claro que el tacto es el único de los sentidos que es recíproco; si tocas a alguien, ya estás siendo tocado, quieras o no.
Curiosamente, una persona con hafefobia no sólo siente esa aversión a tocar a otra persona, sino también a tocar a un animal o a un objeto.
Esta fobia tiene un impacto importante en todas las áreas de la vida de la persona que la sufre. Desde el área personal, el laboral, el familiar y por supuesto el área social, ya que puede desembocar en el aislamiento de la persona.
De la misma manera que el resto de las fobias, se manifiesta a través de una serie de síntomas físicos. Es cierto que es una fobia muy poco frecuente, pero como te decía, muy limitante para la persona que la sufre. Porque en esta fobia en concreto, el estímulo al que se le tiene rechazo aparece con mucha frecuencia en la vida de la persona.
Dependiendo de la intensidad de la fobia, el rechazo al contacto físico podría manifestarse hacia personas con las que se tiene poca o ninguna relación. Pero también hacia la gente del entorno cercano, en los casos más graves.
En estos últimos, una persona podría tener problemas para dar un abrazo a un familiar, sin sentir miedo o ansiedad. O bien, podría ser incapaz de evitar retroceder ante la posibilidad de que alguien le fuera a tocar.
Cuáles son los síntomas de la hafefobia
Ante el contacto físico, e incluso, ante la sola posibilidad de contacto, la persona con hafefobia, puede presentar una serie de síntomas que, prácticamente son los mismos que se dan en cualquier otra fobia específica.
A nivel fisiológico, se puede dar
- Aumento del ritmo cardíaco.
- Aceleración en la respiración.
- Sudoración y malestar intenso.
- Sequedad de boca.
- Temblores.
- Náuseas
- Mareos
- Sensación de ahogo
- A nivel cognitivo se pueden dar los siguientes síntomas.
- Problemas en la concentración
- Bloqueo emocional
- Pánico
- Pensamientos irracionales ante el estímulo que se teme.
A nivel conductual se dan estos
- Huir de situaciones donde puedan ser tocados.
- Por supuesto, el esfuerzo por intentar evitar cualquier contacto, y como consecuencia de ello, el aislamiento y claro, dificultades en sus relaciones sociales.
¿Cuáles son las causas de la hafefobia?
Por una parte, la hafefobia podría darse por un miedo totalmente irracional al contacto físico. La simple sensación de que se pierde el control de sí mismo cuando alguien les toca, el hecho de ser tocados por personas desconocidas…o bien tener una intensa necesidad de proteger su espacio personal; pueden ser causas suficientes para desarrollarla, y responder con un respingo al contacto con otra persona.
Sin embargo, la causa más frecuente de hafefobia es haber experimentado una vivencia traumática. Por lo general, maltrato físico o abusos sexuales. Una persona que haya sufrido alguna de estas experiencias, es probable que reaccione con rechazo cuando otra persona les toca, incluyendo a personas cercanas y familiares.
El tratamiento de la hafefobia
El tratamiento de la hafefobia es prácticamente igual que el de cualquier otra fobia. Habría que valorar cuáles son las causas de la misma y trabajar en ellas si es que existen causas reales.
Por otra parte, las técnicas de la terapia cognitivo conductual, son las que mejor han funcionado con las fobias. La exposición progresiva al estímulo que se teme, la reestructuración cognitiva y las técnicas de relajación, son las que han dado mejores resultados con este tipo de trastornos.
Rosa Armas
Colegiada T-1670.