Es lo que conocemos como tener mamitis. Y es, esa etapa por la que pasan algunos niños pequeños, en la que sólo quieren estar con mamá, lloran si se les aleja de ella y no hay quien les consuele, sólo puede hacerlo mamá.
Esta situación, además de ser agotadora para las madres, se suele percibir desde fuera como una relación disfuncional entre el niño y la madre. Pero incluso muchas madres la viven como algo que no es normal.
Evidentemente, la mamitis no es lo normal…pero la buena noticia es que se trata de algo pasajero y fácil de solucionar.
Quiero hablarte en esta ocasión de eso que llamamos “mamitis aguda”, para que, si lo estás viviendo, puedas saber qué hacer, qué no hacer y como puedes llevarlo un poco mejor.
La “mamitis aguda”
Como te decía, hay muchos niños pequeños que pasan por esta etapa, en la que sólo quieren estar con mamá. No hay nadie más que les sirva de consuelo, ni siquiera papá.
Suele ocurrir alrededor de los dos años de edad, aunque, con menos edad, pueden sentir miedo, y ponerse a llorar ante personas que no conoce.
Sin embargo, es sobre los dos años cuando pueden pasar la fase de la mamitis.
Por supuesto, es una etapa que pasará; pero que mientras pasa habrá que tomársela con calma. Intentando, en la medida de lo posible, que el niño gane confianza lejos de mamá.
Que un niño pase por esta etapa no significa en absoluto que sienta rechazo por su padre. Lo único que ocurre es que se siente más seguro con la madre, siente que si mamá está con él, no hay nada que pueda pasarle.
Puede ocurrir, por ejemplo como consecuencia de una enfermedad, donde el niño haya perdido algo de seguridad, y se sienta más protegido si está cerca de mamá.
Por qué un niño desarrolla este apego excesivo con la madre
Aunque es una etapa muy frecuente por la que pasan muchos niños, no todos los niños la viven. Pero los que sí la pasan, lo que sienten es una gran inseguridad, que sólo se calma cuando están cerca de mamá. Teniendo a su madre cerca, se sienten seguros y tranquilos.
Los siguientes, son algunos de los motivos por los que se desarrolla este apego tan intenso.
- Haber pasado por alguna enfermedad, que no tiene por qué haber sido nada grave, puede ser hasta un simple resfriado, puede hacer que aparezca la mamitis.
- La llegada de un hermano también puede provocar esta etapa.
- Tener que dejar al niño durante mucho tiempo con otras personas, por tener que incorporarse al trabajo, como por ejemplo sus abuelos, es otro de los posibles motivos.
- Empezar a asistir a la guardería o al colegio, puede ser otro de ellos.
Cómo puedes saber si tu hijo tiene mamitis
Hay algunos síntomas, que son indicadores inequívocos de que tu hijo está en plena fase de la “mamitis aguda”, y son los siguientes.
- La palabra que más repite durante todo el día es mamá, mamá, mamá,…
- Sólo quiere que sea mamá la que le dé la comida, la de cualquier hora del día.
- No quiere que le vista nadie más que mamá, ni la abuela ni papá tampoco, y si lo hacen, será casi forcejeando con él.
- Tampoco quiere que le bañe nadie más, ni quiere jugar con nadie más que con mamá.
- Está todo el tiempo al lado de mamá, la sigue a donde ella vaya.
- Se pone a llorar y llama a mamá, desde el momento en que no la ve cerca.
- No la deja hacer nada, sólo quiere que mamá juegue con él, que le coja en brazos, o que se siente a su lado.
- Si no le coge, se aferra a sus piernas sin dejarla moverse.
- Siente celos de cualquiera que se acerque a su mamá, ya sea un hermano, otro niño o su padre.
Qué puedes hacer si tu hijo tiene mamitis
Por suerte, esto es una etapa pasajera, que se podrá solucionar con un poco de paciencia. Como te decía, se trata de una pérdida de seguridad del niño, por lo que habrá que ayudarle a recuperarla. Y puedes hacerlo, con lo que más le gusta a un niño, jugar.
Ponte a jugar con el niño, a cualquier cosa que sepas que le gusta mucho y le entretiene. Cuando más entretenido esté, aléjate un poco de él, pero sigue hablándole sobre el juego. Cada vez te puedes alejar un poco más, y volver a su lado pasado un momento, hasta que puedas irte incluso a otra habitación por unos segundos, y volver a su lado sin tardar demasiado tiempo.
Esto hay que hacerlo de manera progresiva, con mucha paciencia, porque al principio, el niño se quedará solo por pocos segundos. He visto a madres intentar hacer esto, pero lo que hacen es, aprovechar que el niño no la mira, para salir con rapidez a otra parte. En estos casos, el niño se dará cuenta inmediatamente de que te has ido, y saldrá corriendo a buscarte.
Una vez consigas que el niño lo soporte por más tiempo, podría ser su padre quien jugara con él, o le leyera un cuento, por ejemplo, mientras tú estás presente, aunque no exactamente a su lado. De vez en cuando, puedes desaparecer de su campo de visión durante unos segundos, volviendo a aparecer después. Esto puedes ir alargándolo cada vez un poquito más.
Pasados unos días, ya podría hacer otras cosas con papá, no sólo jugar, como vestirle o bañarle, hasta ir incorporando otras tareas cotidianas.
Se trata, como ves, de tener mucha paciencia e irle dejando solo por unos segundos en principio, para ir alargándolo cada vez un poco más. Verás como pronto dejará de reclamarte con tanta insistencia.
Rosa Armas
Colegiada T-1670.