¿Cuál es el mecanismo por el que los seres humanos nos adaptamos y superamos los acontecimientos difíciles que llegan a cambiar nuestra vida?
Acontecimientos como la muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo, una ruptura de pareja traumática, o una enfermedad grave, pueden dar un gran giro a nuestra vida, al que tendremos que hacer frente.
Por lo general, con el paso del tiempo logramos adaptarnos a cualquier situación, incluso a las más difíciles. Pero ¿qué es lo que nos permite que logremos esa adaptación?
Dicen por ahí que “lo que no te mata te hace más fuerte”… y eso no deja de ser una gran verdad.
Los seres humanos tenemos la capacidad de salir fortalecidos de las experiencias negativas que hemos experimentado. Es cierto que unas personas han desarrollado más esa capacidad que otras. Sin embargo, esto es algo que si quieres se puede entrenar.
Esa capacidad de adaptación y superación de las situaciones negativas, es lo que se llama resiliencia, que seguro has oído hablar de ella.
¿Qué es la resiliencia?
Aunque el término de resiliencia ahora se usa en psicología, se empezó a utilizar en ingeniería. Y en ingeniería, hace referencia a la capacidad que tienen algunos materiales para volver a su estado original, después de haber sido deformados.
En psicología es algo muy parecido a eso. En este caso, la resiliencia se refiere a la capacidad que tienen las personas para recuperarse y tener una conducta adecuada, o lo que es lo mismo, adaptativa; ya sea después de haber vivido una experiencia negativa y/o estresante, o bien en el transcurso de la misma.
Es, en definitiva, la manera en que reaccionamos y respondemos ante las dificultades. Es la capacidad para soportar situaciones adversas y de salir más fortalecidos de ellas, con un mayor autoconocimiento y un aprendizaje vital.
La resiliencia está relacionada con tener una buena salud mental y física. Pero también se la relaciona con la resistencia a la adversidad y con el crecimiento personal, después de vivir una experiencia traumática.
Cuando tenemos un problema o una situación complicada, el poder resolver mejor o peor esa adversidad dependerá de las estrategias que utilicemos para afrontarla.
Las estrategias de afrontamiento son las conductas que llevamos a cabo ante una situación negativa o estresante, que usamos para eso exactamente, para afrontar esa situación. Esas estrategias pueden ser más o menos adecuadas, o como te decía, más o menos adaptativas.
Por poner un ejemplo: imagina que en tu empresa deciden que tienen que hacer recorte de personal, y con muy mala suerte, eres uno de los empleados que terminan por despedir. En este caso tendrás dos opciones.
Una de ellas es pasar tu buen rato de angustia, de enfado y de ansiedad, porque es lo normal en esas circunstancias. Pero después de eso, podrías ponerte a buscar otro trabajo de manera activa, o bien formarte en otra cosa que te guste y que te facilite encontrar un trabajo mejor incluso que el que tenías.
La otra opción sería llorar y lamentarte toda la vida por esa pérdida, sin hacer nada para buscar otro trabajo.
La primera opción sería una estrategia de las que llamamos adaptativa, en la que sin duda entraría la resiliencia. La segunda sería una estrategia desadaptativa o inadecuada, porque no te servirá para superar o resolver esa situación complicada.
Las personas resilientes son las que deciden sobreponerse a lo negativo, las que se proponen sacarle la parte buena y seguir adelante con su vida. Y esto no significa que no les importe nada lo que les ha ocurrido, sino que simplemente optan por aprender de ello y seguir adelante.
¿Cuáles son las características de las personas resilientes?
La resiliencia se desarrolla en gran parte por la interacción entre la persona y su entorno, y también es algo que puedes entrenar si quieres. Pero además de eso, hay una serie de características personales que facilitan que una persona sea más resiliente que otra.
Esas características son las siguientes:
- Por lo general las personas resilientes son más positivas y optimistas que las no resilientes.
- Tienen un buen concepto de ellas mismas y confían en sus capacidades.
- Se suelen rodear de personas positivas y optimistas, igual que ellas mismass.
- Conocen muy bien sus habilidades y sus limitaciones. Por lo tanto, son capaces de ponerse metas muy realistas y objetivas, ya que conocen cuáles son los recursos de los que disponen.
- Son personas con una gran confianza y seguridad en ellas mismas.
- Controlan muy bien sus emociones.
- Tienen buenas habilidades para resolver conflictos.
- Son más reflexivas y poco impulsivas.
- Aceptan la realidad tal y como es e intentan encontrarle un sentido.
- Interpretan las situaciones adversas como una oportunidad para crecer.
- En los momentos difíciles, son capaces de utilizar el sentido del humor y hacer bromas acerca de su infortunio.
- Son flexibles ante los cambios y los imprevistos.
Por el contrario, las personas menos resilientes son impulsivas, con una forma de pensar más rígida, pesimistas y negativas, con un pobre concepto de sí mismas, y suelen controlar mal sus emociones.
¿Cuáles son los beneficios de ser una persona resiliente?
Como te habrás imaginado, ser resiliente tiene muchas ventajas y beneficios. Te cuento algunos de ellos.
- Ser resiliente te ayuda a verte capaz de hacerle frente a cualquier situación, por complicada que sea.
- Con resiliencia serás capaz de asumir más riesgos en cualquier ámbito de tu vida.
- Te ayudará a tener una mejor salud, tanto física como mental.
- Tendrás menos probabilidades de sufrir trastornos del ánimo, como depresión por ejemplo.
- En general, tendrás mejores resultados en tu vida, con lo cual vivirás con más satisfacción.
¿Cómo puedes desarrollar la resiliencia?
Si consideras que no eres una persona resiliente, si crees que todo lo que te ocurre te cuesta mucho superarlo y seguir adelante, hay algunas cosas que puedes hacer para desarrollarla. Aunque es cierto que no será algo inmediato; sino que como casi todo, requiere un poco de tiempo.
- Aprender sobre gestión emocional puede ser un buen primer paso para potenciar la resiliencia. Es decir, aprender a reconocer nuestras emociones y a gestionarlas, evitando que nos sobrepasen, nos facilitará llevar las situaciones adversas con mayor tranquilidad y nos evitará vivirlas con dramatismo. Tener ciertas emociones es normal, pero procura que no te desborde la ansiedad ni el miedo.
- Procura no ver las situaciones adversas como problemas insuperables. Siempre digo que los acontecimientos son neutros, no tienen emociones. La emoción se la ponemos nosotros. Así que, en lugar de vivir esa situación como una catástrofe, puedes verla como una situación a resolver.
- Rodéate de personas positivas que te aporten cariño y apoyo, tanto dentro como fuera de la familia. Ese apoyo termina siendo fundamental para ayudarnos a superar los momentos menos buenos.
- Piensa qué está en tu mano, qué es lo que puedes hacer para que la situación sea más llevadera. Lo que dependa de ti, hazlo. Lo que no puedas controlar, mejor déjalo pasar. De esta forma, no te angustiarás y no gastarás energía en aquello que no vas a poder controlar.
- Vigila lo que piensas para que tus pensamientos no sean negativos ni catastrofistas.
- No generalices: el hecho de que te haya pasado algo negativo o desagradable, no quiere decir que a partir de entonces sea todo de esa manera.
- Confía en tu capacidad para sobrellevar las situaciones adversas, porque la tienes, todos la tenemos.
- Entrénate en tener una actitud positiva, no ya en las peores situaciones, sino en el día a día. Esto sirve para entrenar la resiliencia en los peores momentos. Además, entrenar el sentido del humor te ayudará y mucho a llevar cualquier situación.
- Intenta sacar un aprendizaje de lo que te ocurre. Aunque no lo creas, lo tiene.
Si pones en práctica lo anterior, que como ves no son cosas tan difíciles, estarás entrenando tu capacidad para afrontar todo tipo de situaciones, es decir: estarás entrenando tu resiliencia.
Rosa Armas
Psicóloga colegiada T-1670