Por lo general, solemos asociar la inteligencia de una persona con su rendimiento académico. Y por eso consideramos que los estudiantes que sacan buenas notas, son más inteligentes que los que no consiguen notas tan buenas…y que además, tendrán más éxito en su vida.
Es verdad que se han descrito muchos tipos de inteligencia: como la inteligencia verbal o la inteligencia lógico-matemática, por ejemplo. Sin embargo, existe un tipo de inteligencia muy importante; que si la tenemos o bien la entrenamos, nos proporcionará éxito en muchos ámbitos de la vida. Y es la inteligencia emocional.
La inteligencia emocional, nos sirve para entendernos a nosotros mismos y a nuestras emociones, para saber gestionarlas de una manera adecuada y saludable; pero además, para poder relacionarnos mejor con los demás, entendiendo las suyas.
Pero gestionar las emociones no quiere decir eliminarlas, porque eso no es ni fácil ni sano. Quiere decir manejarlas para que no nos desborden y tomen el control de la situación.
¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional es la capacidad que tenemos de identificar y entender no solo nuestras propias emociones, sino también las de las personas con las que nos relacionamos; sin que tengan que decirnos cuáles son.
La inteligencia emocional nos permite comunicarnos con nuestro entorno de manera eficaz; nos permite sentir empatía con la gente que nos rodea y enfrentarnos a los problemas que puedan surgirnos; sin que, como te decía antes, nos desborde la emoción y no nos permita actuar.
Las personas que tienen una alta inteligencia emocional, establecen relaciones más positivas con los demás. Son personas empáticas, por lo que resulta cómodo y satisfactorio estar con ellas.
Este tipo de inteligencia tiene un papel importante en el éxito o el fracaso de todo tipo de relaciones humanas. Además de la empatía, facilita el autocontrol y la motivación. Y es un factor tenido muy en cuenta en la selección de personal para las empresas, ya que las personas con inteligencia emocional trabajan muy bien en equipo, y proporcionan bienestar a sus compañeros.
La inteligencia emocional no tiene nada que ver con el cociente intelectual, ni tampoco con el rendimiento académico. Puedes tener un alto cociente intelectual, pero, si no eres capaz de controlar el estrés, la frustración, los nervios, o tus impulsos… es posible que tengas algún que otro problema.
Por ejemplo: en una situación de examen, es normal sentir nervios. Pero si dejamos que nos ataque el pánico, probablemente nos bloqueemos y no lo hagamos tan bien como habríamos querido.
En cuanto a reconocer las emociones de los demás; tener una buena inteligencia emocional nos sirve para identificarlas a través de su tono de voz, de la expresión de su cara e incluso de su postura corporal.
Es muy probable que alguna vez hayas quedado con un amigo, y nada más verle, por su expresión de la cara o por su tono de voz, hayas entendido que estaba triste, alegre o preocupado, por ejemplo. Y claro, esto te ha dado pie a interesarte y preguntarle qué es lo que le pasaba. Con esa información, tenemos más capacidad para ponernos en el lugar de los demás y entenderles mejor.
¿Cuáles son las principales funciones de la inteligencia emocional?
Podríamos decir que las funciones principales de la inteligencia emocional giran alrededor de dos aspectos:
Autoconocimiento emocional
Esta función consiste en conocernos a nosotros mismos y a nuestras emociones para poder, de esta manera, actuar con la mayor eficacia en cada situación. Saber qué estamos sintiendo con exactitud, por qué lo estamos sintiendo; saber cómo influyen algunas emociones en nuestra conducta, y saber mantener la emoción con la intensidad adecuada para cada situación.
La inteligencia emocional nos sirve, por ejemplo, para soportar las presiones y las frustraciones y para enfrentarnos con serenidad a los imprevistos que puedan surgirnos. También para que no pueda con nosotros el estrés y para evitar los comportamientos impulsivos, que por lo general, no suelen ser la mejor forma de actuar; y además, para conocer nuestras fortalezas y nuestras debilidades.
Reconocimiento de las emociones ajenas
Esta función también es muy importante para relacionarnos de forma adecuada con nuestro entorno, y desde luego, es lo que nos va a proporcionar éxito a nivel social. Nos sirve para conocer lo que puede estar sintiendo otra persona sin la necesidad de que lo exprese verbalmente.
De esta forma vamos a ser más empáticos, podremos relacionarnos mejor con los demás; tanto con amistades como con compañeros de trabajo. Podremos sin duda mejorar el trabajo en equipo y por supuesto, las relaciones personales.
Desarrollar la Inteligencia Emocional
Es conveniente entrenar este tipo de inteligencia en los niños, para que en el futuro puedan ser adultos eficaces, prudentes y empáticos.
A los niños se les puede entrenar preguntándoles acerca de lo que están sintiendo en algunas situaciones concretas; dándoles opciones para que puedan reconocer si esas emociones que están sintiendo, son tal vez exageradas para la situación en cuestión. También podemos hacerles pensar sobre qué o cómo puede estar sintiéndose otra persona; por ejemplo, un compañero de colegio, ante unas determinadas circunstancias que esté viviendo.
Lo que no debemos hacer nunca con un niño es ignorar sus sentimientos pensando que son absurdos o que son cosas de niños; ni tampoco darnos cuenta de sus emociones, pero no sugerirles emociones alternativas, cuando aquéllas puedan resultar inapropiadas.
Con nosotros mismos también podemos entrenarnos de la misma forma; si consideramos que no somos lo suficiente inteligentes en la parte emocional.
Nadie duda de que el cociente intelectual que tenemos, juega un papel importante en el éxito que podamos llegar a tener en la vida. Alcanzar algunos de los objetivos que nos hemos propuesto, dependerá en gran parte de nuestro nivel intelectual.
Sin embargo, la inteligencia emocional, a la que le damos algo menos de importancia, resulta fundamental para tener éxito a nivel social, es decir, para tener éxito en nuestras relaciones con el resto de las personas.
Algunos expertos incluso, afirman que tiene mayor importancia la inteligencia emocional que el cociente intelectual, ya que son nuestras relaciones sociales las que nos producen mayor satisfacción.
¿Cuáles son las señales de que tienes baja inteligencia emocional?
Sin duda todos conocemos a alguien cuya relación con otras personas suele ser, en general, bastante conflictiva. No es difícil adivinar que esa persona tiene una baja inteligencia emocional que le impide tener buenas relaciones sociales.
Puesto que somos seres sociales, y que constantemente tenemos que relacionarnos con otras personas, tener una baja inteligencia emocional nos dificulta esas relaciones en todos los ámbitos, laboral, familiar, de pareja, con amigos o con jefes.
Las señales de esa baja inteligencia emocional son las siguientes.
- No atienden ni entienden los sentimientos de los demás. Alguien que tiene baja inteligencia emocional, aunque no lo hace con la intención de dañar, no tiene en cuenta los sentimientos que pueden tener otras personas. En una discusión, por ejemplo, es ella misma la que siente que la otra persona no le comprende, y eso le irrita.
- Aunque eso no ocurre sólo en una discusión, reconocerás a una persona con baja inteligencia emocional, porque no se siente comprendida en general. Esto, unido a que no sabe expresar sus emociones adecuadamente y que las expresa en forma de rabia, porque, hasta su forma de hablar resulta agresiva, tiene como consecuencia que discuta con mucha facilidad, creando conflictos allá donde vaya.
- Opinan que los demás son excesivamente sensibles. Debido a que se suelen mostrar demasiado agresivos, por lo que explicaba en el punto anterior, sus interlocutores se toman muy mal sus reacciones de ira, como es lógico. La persona con baja inteligencia emocional, no entiende esa reacción de los demás, y lo que concluye no es que ella misma se ha mostrado de manera inapropiada; sino que son esas otras personas las que son excesivamente sensibles. Esta interpretación y esa falta de empatía, no sólo no resuelve el conflicto, sino que lo agrava aún más.
- No tienen la capacidad para escuchar. Una persona con baja inteligencia emocional, siente que tiene la razón y por supuesto la defiende, pero no escucha lo que puedan tener que decir los demás. Esto ocurre, sobre todo, si los demás intentan criticar su falta de empatía y comprensión. En lugar de escucharles, son ellas las que critican los sentimientos de los otros.
- No son capaces de identificar las emociones, ni lo que le pueda molestar a otras personas, por lo que no son capaces de ponerse en su lugar. Pero es que tampoco consideran que sea algo importante. Es la típica persona, que puede ser que conozcas, que hace una broma de muy mal gusto…y es ella la única que se ríe.
- Tienen arrebatos emocionales de manera repentina. Esto les ocurre porque no saben como gestionar y regular sus propias emociones. Pueden tener reacciones exageradas y explosivas para expresar sus sentimientos, porque no saben expresarlos de otra manera. Pero no tienen en cuenta las consecuencias que eso puede tener en los demás.
- No saben expresar en palabras cuál es su emoción en cada momento, en general no las saben identificar. Pero también les cuesta mucho expresar sus sentimientos a aquellas personas que más quieren.
- Tienen malas relaciones sociales en general, y pocas amistades en particular. Por supuesto. Debido a que suelen mostrarse agresivos, y que son indiferentes a las emociones y sentimientos de los que les rodean, les resulta difícil mantener buenas relaciones personales. Para tener una relación personal cercana o una amistad, es necesario saber escuchar, tener empatía, mostrar apoyo al otro, mostrarse comprensivo, saber dar consuelo, etc… Es decir, todo aquello de lo que carece una persona con baja inteligencia emocional.
Seguro conoces a alguna persona, o a más de una, que es famosa por lo sociable que es. Pero puede que conozcas a otras, que son famosas por todo lo contrario. Lo más probable, es que estas últimas tengan muy baja inteligencia emocional.
Estas personas suelen creer que tener y expresar emociones es de personas débiles. Probablemente por la educación que han tenido, expresiones del tipo “no llores, tienes que ser fuerte”, suelen hacer mucho efecto. Lo cierto es que eso no es verdad en absoluto.
¿Cómo puedes entrenar tu inteligencia emocional?
Hay personas que tienen muy desarrollada la inteligencia emocional, tal vez por la manera en que le han educado, o quizás por algún factor genético. Otras en cambio, o no la tienen tan desarrollada, o no la muestran a los demás. Por suerte es algo que se puede entrenar si se quiere. Te cuento cómo hacerlo.
Ponle nombre a tus emociones
Cuando experimentes una emoción que sea más o menos intensa, y eso nos ocurre con cierta frecuencia, intenta ponerle nombre a eso que estás sintiendo, lo más preciso que puedas, además de pensar en qué es lo que ha provocado en ti esa emoción.
Esto puede no resultar tan sencillo, ya que podemos confundir estar triste, con estar frustrado o con estar dolido, por ejemplo. Así que piénsalo, pero, hazlo mientras lo estás sintiendo, sin querer cambiarla. Si intentas darle un nombre cuando ya haya pasado será más difícil aún.
Acepta tus emociones
Acepta la emoción que estás sintiendo. Es verdad que no nos gusta sentir emociones desagradables y que, nuestro entorno, suele indicarnos que no debemos estar tristes, que no tengamos miedo, que no nos enfademos,… es decir, que estemos siempre contentos. Sin embargo, todas las emociones son necesarias y a veces surgen esas que no son tan agradables, así que, date permiso para sentirla, y no intentes cambiarla por otra que no sientes.
Expresa tus emociones
Expresa cómo te estás sintiendo, por qué te sientes así y qué querrías que ocurriera para dejar de sentirte de esa manera. Esto, funciona sobre todo cuando lo que sientes es enfado por lo que ha hecho otra persona, pero no la culpas de lo ocurrido, simplemente expresas por qué estás molesto. Dicho más claramente, no le dices eres un tal o un cual, le dices, “me siento de esta manera cuando tú haces…. Y me gustaría que la próxima vez…”. De esta forma, es más probable que no provoques un conflicto, sino que llegues a un acuerdo con la persona en cuestión.
Procura que la emoción no se dispare, sobre todo cuando se trata de las emociones que llamamos negativas.
Acepta las emociones de los demás
Si pones en práctica los puntos anteriores, te será más fácil interactuar con las emociones de los demás. Es decir, si reconoces tu emoción y por qué la experimentas y además, te acostumbras a hacerlo, podrás identificarlas en los demás, además de que te será más fácil escuchar y entender por qué la experimenta la otra persona. Esto, es empatía, y permite resolver conflictos y llegar a acuerdos, de una manera mucho más eficaz.
Rosa Armas
Colegiada T-1670