La interacción y la comunicación con las otras personas, es algo básico que utilizamos todos a diario. Para llevar a cabo esta comunicación, podemos utilizar diferentes estilos, y que son, precisamente eso, las diferentes maneras en que interactuamos con los demás.
Los estilos de comunicación que podemos utilizar son tres: el estilo pasivo, el agresivo y el asertivo. Y cada uno de ellos va a determinar el tipo de relación que estableceremos con las otras personas.
Podríamos decir que a pesar de que todos habremos usado las tres formas de comunicarnos, cada uno de nosotros tiene un estilo de comunicación predominante. O sea: el que tendemos a usar con mayor frecuencia, en función de nuestro carácter y nuestra forma de ser.
Es por esto que hay algunas personas que tienden a utilizar un estilo de comunicación más agresivo; y eso es perjudicial para la persona que lo escucha, pero también para quien lo utiliza.
Quiero hablarte en esta ocasión de esa comunicación agresiva: de cuáles son sus características y también de cuáles son sus efectos.
¿Qué es la comunicación agresiva?
Se emplea una comunicación agresiva cuando intentamos exigir nuestros derechos, expresar nuestros sentimientos y satisfacer nuestras necesidades; sin tener en cuenta los derechos, sentimientos y necesidades de la persona que nos está escuchando.
Por lo tanto, comunicarse de manera agresiva no sólo es insultar y descalificar al otro. También lo es hablar con un volumen de voz muy alto, utilizar un tono despectivo, despreciar a otras personas o las decisiones que hayan tomado, dar órdenes o hacer críticas destructivas, por ejemplo. Es una de las formas de expresar la violencia, que se manifiesta con el lenguaje verbal pero también con el lenguaje no verbal.
Cuando se emplea este tipo de comunicación, no se hace exactamente para comunicarse; ya que lo que suele pasar es que la persona que está hablando, no tiene en cuenta para nada a su interlocutor. Sólo tiene en cuenta lo que quiere decir, pero sobre todo, lo que quiere conseguir. Por el contrario, se utiliza para expresar autoridad y superioridad.
Una persona con un estilo de comunicación agresivo no tiene en cuenta los derechos de los demás, sólo los propios. Usa un lenguaje que hiere y ataca a la otra persona. De hecho, las personas que lo utilizan son explosivas y con reacciones hostiles.
Qué consecuencias tiene esta forma de comunicación
Comunicarnos con una persona de una manera agresiva tiene algunos efectos sobre dicha persona. Por una parte, se le puede herir con las palabras que decimos, aunque no utilicemos términos para descalificarla. El tono de voz agresivo, unido a lo que le expresamos, puede crearle un gran malestar.
Por otra parte: hacer uso de esa forma de comunicarse, puede hacer que la persona se sienta atacada y que por tanto, se defienda. Con lo cual ya hemos creado un conflicto. Además de esto, si utilizamos la agresividad para expresarnos de manera habitual, podemos provocar que el resto de las personas termine por evitarnos, y con toda la razón.
Si por el contrario, elegimos primero que nada el momento más adecuado para decir lo que queremos decir; y elegimos también, el tono y volumen adecuado así como las palabras a utilizar, nuestra comunicación con el resto de las personas será más cómoda y agradable para todos. Pero también será mucho más eficaz.
Controlar la agresividad verbal
Está muy bien decir lo que quieras, por supuesto es tu derecho hacer eso. Pero siempre, absolutamente siempre, hay una forma poco agresiva e incluso amable de decir lo que piensas.
Hay un proverbio árabe que dice “si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas”. Tal vez tendríamos que aplicar este proverbio, y antes de hablar, pensar si lo que vamos a decir le va a ser útil a la otra persona. Si le va a servir para algo, o sólo servirá para que nosotros descarguemos nuestra rabia.
Si la única utilidad de lo que vamos a decir es descargar nuestra rabia o molestia, es muy probable que a la otra persona le haga sentir mal. También podría ser que lo que le digamos sirva para que esa persona cambie algo de su conducta que nos incomoda; pero siempre y cuando su conducta nos afecte a nosotros de alguna manera. Si no nos afecta, no tenemos por qué pedirle que la cambie.
Regular la voz y los gestos
Una vez decidido esto, es necesario que regules tu volumen de la voz. Cualquier cosa que digas, si la dices con un volumen muy alto, va a resultar agresivo. Pero no sólo el volumen puede dar un mensaje agresivo, la entonación que le des también. Si tu tono de voz y tu conducta son agresivos, por muy bajito que lo digas, resultará molesto para la persona que te escucha.
El lenguaje no verbal también puede transmitir un mensaje agresivo. Con algunos gestos como, mantener cerrados los puños, una expresión tensa en la cara o una mirada fija en tu interlocutor, no te hará falta decir mucho más para que se entienda que hay una comunicación agresiva.
Cuidado con lo que dices
Por supuesto que el contenido de lo que digas también puede resultar agresivo e incómodo para el otro. Es frecuente utilizar los imperativos en una comunicación agresiva. Así que en lugar de dar una orden, podrías dar una sugerencia. Por ejemplo, en lugar de “tienes que…” o “deberías…” podrías utilizar otras expresiones como “has pensado en…” o “qué te parece si….”
Las expresiones con las que se amenaza a otra persona, sin duda dificultan la buena comunicación, y crean malestar en la persona que recibe el mensaje.
Cuando debas hacer una crítica a alguien, critica ese comportamiento concreto que preferirías que cambiara, en lugar de criticar a la persona. Por ejemplo, en los niños es mucho mejor decirles lo que han hecho mal, que darles el mensaje de que han sido “malos”. Puedes cambiar la expresión “eres un…” por otra como “me incomoda que hagas…”.
Otras expresiones que pueden resultar molestas son esas de “es que tú siempre….” O bien eso de “tú nunca haces….”. Y son molestas porque eso de “siempre” o “nunca”, casi nunca son ciertas. Así que, evítalas que será mucho mejor.
Es verdad que cuando estamos enfadados nos resulta muy complicado controlar lo que decimos o cómo lo decimos. Sin embargo, hay algo que no suele fallar en esto, y es esperar a que se nos pase el enfado para hablar. Sin duda, en frío, estando más serenos, la comunicación será menos agresiva y más productiva.
Es importante tener en cuenta una cosa: y es que si eres de las personas que usan el estilo agresivo con demasiada frecuencia, la gente de tu entorno puede llegar a evitarte. Cosa que por otra parte, es bastante lógico. Nadie está dispuesto a aguantar ciertas actitudes de alguien que no es capaz de controlar su mal humor o mal carácter.
Si por el contrario, tú no eres el del estilo agresivo, sino que tienes a alguien cerca que lo utiliza con frecuencia, lo mejor que puedes hacer como respuesta, es utilizar la comunicación asertiva. Sin duda, es la mejor opción para estos casos.
Rosa Armas
Colegiada T-1670.