Quién no ha sentido alguna vez molestia, algo de enfado y hasta frustración, cuando otra persona no ha hecho, o no ha reaccionado, de la forma en que esperábamos. Es decir, de la forma en que nosotros lo habríamos hecho.
Imagínate esta situación: estás hablando con un amigo y te cuenta que tiene un problema. Le ha surgido un imprevisto en el trabajo y ha de quedarse un rato más, no podrá ir a recoger a su hijo de sus clases de inglés, y tendrá que buscar a alguien que lo haga por él.
Entonces, tú te ofreces a recoger al niño, y quedarte con él hasta que su padre pueda ir a buscarlo. Pero ocurre que tu amigo no reacciona como esperabas y ni siquiera te da las gracias por tu ofrecimiento, y a ti te molesta. Te molesta y te decepcionas porque tu amigo no ha reaccionado como esperabas, no ha cumplido con tus expectativas.
Cosas de este tipo nos ocurren a diario a todos. Es decir, esperamos que alguien haga algo, algo que nosotros entendemos que “debería” hacer, pero no lo hace…y entonces lo pasamos mal. Y así nos pasamos casi toda la vida, decepcionados porque los demás no hacen lo que esperamos que hagan. Nos pasamos la vida, creándonos unas expectativas que no se cumplen.
Nos decepcionamos con un amigo que no nos da las gracias, con un compañero de trabajo porque no se ha ofrecido a ayudarnos en algo, con un hijo que ha decidido no ir a la Universidad, con otro amigo que se va de viaje con sus compañeros de trabajo, y no con nosotros,…
¿Qué función tienen las expectativas?
Las expectativas son exactamente esto que te acabo de contar. Es esperar que otras personas hagan algo que nosotros consideramos que es lo correcto, que es lo que se debe hacer. Cuando esto no ocurre, sentimos molestia e incluso frustración, pero eso no es lo peor…lo peor es que podemos llegar incluso a romper la relación que tenemos con algunas personas.
Por tanto, podríamos decir que las expectativas en realidad no sirven para nada, o al menos para nada bueno. Nos sirven para decepcionarnos, para molestarnos o para sentirnos frustrados, y eso no es bueno. No es bueno esperar que los demás actúen en función de nuestras creencias y valores.
¿Por qué estamos llenos de expectativas?
Si tener expectativas, o lo que es lo mismo, si esperar que ocurra algo que no siempre ocurre, si esperar que alguien haga algo que no hace, nos crea malestar y nos hace sufrir ¿por qué entonces tenemos esas expectativas la mayor parte del tiempo?
Pues hay algunas razones que explican por qué tenemos tantas y por qué nos decepcionamos. En primer lugar, porque tenemos la yo diría que mala costumbre de creer que los demás piensan igual que nosotros pensamos. Y por tanto, creemos que los demás se tienen que comportar como lo haríamos nosotros en esa misma situación. Y no, eso no es así.
Cada uno piensa y actúa como puede, como sabe, como quiere o como cree más oportuno en cada momento. Y puede coincidir con lo que pensamos o hacemos nosotros, o tal vez no. Lo curioso de esto es que eso lo sabemos, en la teoría lo sabemos, sin embargo no actuamos en consecuencia.
Los patrones preestablecidos
Otra de las razones de que tengamos expectativas es que funcionamos, la mayor parte del tiempo, con patrones de conducta preestablecidos. Por lo general, con patrones que nos han inculcado desde pequeños, y pensamos que todas las personas funcionan con los mismos patrones.
Quiero decir con esto, que a cada uno de nosotros nos han enseñado a funcionar de una manera determinada. Por ejemplo “si alguien te hace un favor, tú das las gracias”, “si molestas a alguien, te disculpas”, “si alguien te pide un favor, se lo haces aunque te venga mal”… o cualquier otro patrón que se te ocurra.
Como decía, pensamos que todo el mundo funciona de la misma manera…y no, no tiene por qué ser así. Cada uno tiene su manera propia de funcionar, y esto se nos olvida muchas veces.
Estas son principalmente las razones por las que tenemos expectativas, y por las que nos molesta que no se cumplan. Pero además, hay una razón por la que nos puede molestar la conducta concreta de una persona, sobre todo cuando no es la que esperamos. Esta razón es que no conocemos todos los detalles ni todas las circunstancias de las demás personas, e interpretamos erróneamente el por qué ha hecho eso en concreto.
Por ejemplo, entendemos que alguien no da las gracias porque es un desagradecido, pero tal vez es que simplemente se ha despistado. Entendemos que alguien no nos saluda porque es un maleducado, pero tal vez es que no nos ha visto. Entendemos que alguien que no nos hace un favor es un mal amigo, pero tal vez es que no puede, por más que quisiera. Y así todo lo que se te pueda ocurrir.
Cómo puedes evitar estas molestias
Como podrás imaginarte, para evitar la molestia de una expectativa que no se cumple, lo mejor sería no tener expectativas. O como dicen por ahí “no esperar nada de nadie”. Claro que esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Tenemos esa tendencia, la de esperar que los demás hagan lo mismo que nosotros haríamos.
Pero si quieres puedes trabajar en evitar las expectativas. Cada vez que te sientas mal por algo parecido a lo que hemos hablado aquí, piensa que la otra persona en absoluto tiene que pensar o actuar igual que tú. Que cada uno es totalmente diferente y que cada uno actúa como quiere, como sabe, o quizás como le han enseñado.
Si esto no te sirviera, dale la vuelta. Quiero decir que pienses en qué le dirías a una persona que te reclamara no haber hecho algo que ella si haría. Posiblemente le dirías que tú no piensas igual que ella. Pues… es lo mismo.
Acepta las diferencias
Intenta olvidarte de eso que te enseñaron de “cómo deberían hacerse las cosas” porque no hay una única manera de hacer las cosas. Al contrario, hay mil maneras de hacer las cosas, hay seguramente, tantas maneras como personas.
Deja de exigirle a los demás que sean como tú eres, porque ni lo son, ni pueden serlo…e incluso puede que hasta ni siquiera quieran ser como tú.
No reproches a otros que no hayan hecho lo que tú esperabas, porque ellos ni siquiera sabían qué es lo que tú esperabas. Pero aún sabiéndolo, no tienen por qué hacerlo.
Una vez que consigas esto, que lo conseguirás con un poco de tiempo y constancia, aprende a aceptar a cada uno como es. Relájate y aprende a recibir de los demás lo que ellos quieran darte, no lo que tú esperas que te den.
Y es que hacer esto puede tener muchas ventajas. como por ejemplo: poder vivir menos molesto y menos crispado por algo que hizo o no hizo alguien que no eres tú, y que no es como tú. Además, la relación que tienes con las personas que te rodean podrán ser más relajadas y satisfactorias para ti.
Por supuesto, aceptar a cada uno como es no significa tener que soportarlo todo. Tenemos que diferenciar entre lo que tenemos que aceptar de otra persona, y lo que podemos pedirle a los demás que cambien, porque nos afecte o nos perjudique. Pero esto, siempre de una manera asertiva.
Rosa Armas
Colegiada T-1670.