Es cada vez más frecuente ver este tipo de escenas. Yo he podido ver algunas, y puede que tú también las hayas visto…
Hace unos días, tuve la oportunidad de observar una de ellas que me llamó mucho la atención. Una señora joven, acompañada de una niña de unos cinco años aproximadamente (que entendí que era su hija) estaba parada en una acera hablando con otra señora, también joven.
En un momento determinado, la niña gritó “¡vámonos ya!” La señora, de manera inmediata y apresurada, se despidió de la persona con la que hablaba y se marchó; también de forma apresurada y con la niña de la mano. Este parece ser un caso claro de síndrome del emperador.
Según los estudios,en los últimos años son cada vez más frecuentes los casos de este síndrome. El síndrome del emperador, también llamado el síndrome del niño tirano o el síndrome del niño rey.
¿Qué es el síndrome del emperador?
El síndrome del emperador se da en esas casas en las que es el niño quien da las órdenes, y los padres quienes obedecen sin pensarlo.
En este síndrome, que como te digo es cada vez más frecuente, el niño desarrolla la autoridad sobre los padres. E incluso, en los casos más graves, llegan a ejercer el maltrato hacia ellos: con determinadas conductas como morderles, golpearles, empujarles o tirarles algún objeto.
En las familias donde hay un niño tirano, es el niño el que decide a dónde se va y cuándo; qué es lo que se come, cuándo se ve la televisión y qué canal se ve; o cuándo es la hora de dormir. Es decir: tienen la autoridad para decidir cómo y cuándo se hacen las cosas en casa, y por extraño que parezca, los padres les obedecen sin rechistar.
Si se osa llevarles la contraria, su reacción más normal será la del berrinche. Pero también podrían reaccionar insultando o agrediendo a los adultos. En los casos más graves, como te decía, se llega a producir el maltrato de los hijos hacia los padres, generando en éstos auténtico miedo.
Cuáles son las características de los niños tiranos
Estos «niños tiranos”, presentan ciertas características como las siguientes:
Falta de empatía
El niño que presenta este síndrome no parece haber desarrollado la empatía, ni con sus semejantes ni con los adultos. Y tampoco tienen sentimientos de culpa por las agresiones que pueden llegar a realizar. Por el contrario, tienen una actitud desafiante hacia los padres.
Se considera el centro de la atención del resto del mundo. Sus caprichos y exigencias han de ser cumplidos y son muy poco tolerantes a la frustración.
Esta intolerancia a la frustración, se puede percibir claramente…ya que ante una negativa a sus peticiones, el niño no se quedará callado: sino que esa negativa tendrá unas consecuencias hacia los padres.
Inmunidad a los castigos
Si en algún momento los padres deciden castigar al niño por alguna de esas conductas hacia ellos, el castigo no tendrá ningún efecto. La ausencia de culpa o arrepentimiento hacen que el niño casi se burle de los castigos que puedan imponerle.
Estos niños aprenden, desde muy pequeños, a controlar a sus padres y a conseguir que éstos hagan todo lo que ellos exigen. Y no se trata de la típica rabieta que tiene un niño en un momento puntual, eso es normal y no quiere decir que tenga el síndrome del emperador. Se trata de una actitud mucho más constante y duradera.
Cuáles son las causas del síndrome del emperador.
Algunos investigadores apuntan a un componente genético que explicaría este síndrome. Sin embargo, la causa que tiene más consenso para explicar la aparición del niño tirano, es la educación excesivamente permisiva. Es decir: el que los padres no hayan establecido unos límites claros al niño, ya sea por el poco tiempo del que disponen los padres en la actualidad, o por cualquier otro motivo.
Esa falta de tiempo para dedicar a los hijos, puede generar en algunos padres sentimientos de culpa… que intentan paliar dándoles todos los caprichos y permitiéndoles todo. Pero que a la larga, les será perjudicial, tanto a unos como a los otros.
Una educación excesivamente permisiva, en la que desde muy pequeños se les da todo lo que piden y se hace todo lo que los niños dicen, hace que un niño se convierta en un auténtico tirano: que no pide sino que directamente exige.
En algunos casos, se ha visto en los padres de estos niños una falta de habilidades y de herramientas para establecer con sus hijos una relación de respeto y autoridad; con la que puedan ejercer una buena función educativa.
Llega un momento en que las reacciones del niño ante cualquier negativa, son tan explosivas y hasta agresivas, que los padres terminan cediendo y dándole lo que pide…o haciendo lo que dice, para evitar esas reacciones.
El niño aprende entonces qué es lo que debe hacer para conseguir lo que quiere y, efectivamente le funciona: todos sus caprichos terminan siendo satisfechos. Pero es que incluso, el niño tirano suele tener rabietas en lugares públicos, que las utiliza como una forma de manipular a sus padres.
Por otra parte, es cierto que algunos adultos vivieron en su infancia una educación excesivamente severa. Y esto puede hacer que se resistan a utilizar la autoridad con sus propios hijos. Pero ser una figura de autoridad para los hijos no sólo es sano para ellos, sino que es también necesario para un adecuado desarrollo del niño.
Algunas carencias que pudieron tener los padres en su propia infancia, hace también que pretendan darle a sus hijos todo “lo que ellos no tuvieron” que es una frase muy típica; pero que en absoluto beneficia al buen desarrollo de los niños.
Cómo actuar ante los niños que mandan a los padres
Cuando el síndrome está instalado durante algún tiempo, y el niño ya no es tan niño sino que es un adolescente o está cerca de serlo, casi siempre se requiere de ayuda de un profesional de la psicología para poder encauzar la situación. Porque suele ser ya una situación tan extrema, que los padres no saben ni cómo actuar ante ella.
Si se muestran comprensivos con el niño, éste aprovecha para aumentar sus exigencias. Si por el contrario adoptan una postura más firme en la que establecen sus límites, el niño, en un intento de no perder su autoridad, aumenta sus conductas violentas.
Lo que sí se puede hacer desde casa es evitar que aparezca este síndrome.
La principal manera de evitar que aparezca es poniendo límites y reglas de comportamiento a los niños, pero no cuando han crecido, sino ya desde muy pequeños. Y ponerle límites a un niño no quiere decir que se le eduque con frialdad o con severidad, ni tampoco que no se le dé el cariño que necesita, son cosas diferentes. Se trata simplemente de ponerle unos límites claros que no podrá traspasar, porque si el niño los traspasa, tendrá unas consecuencias.
Los padres deben tener claro que algunas cosas se podrán negociar con los hijos, pero que no todo es negociable. Algunas de las normas que se ponen en casa, tienen que ser innegociables.
Que un niño no pueda conseguir todo aquello que quiere, no le hará ningún daño, al contrario…ni tampoco le va a traumatizar. Lo que sí hará es aumentar su tolerancia a la frustración, y ayudarle a tener un desarrollo adecuado.
Cuando eres padre, debes tener muy claro que tú eres el adulto: que tú eres quien educa al niño, y que si tú dices “no” tendrá que ser “no” hasta el final.
Al mismo tiempo, se les debe enseñar lo que todos o casi todos los adultos sabemos: y es que todo lo que se quiere conseguir requiere un esfuerzo, que no se puede conseguir así porque sí, sin hacer nada para ello. Y que, todo lo que se haga, pero también lo que no se haga, va a tener unas consecuencias que habrá que asumir.
Rosa Armas
Colegiada T-1670