Diferencias entre motivación y voluntad

motivación y voluntad

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Por lo general, hay algunas épocas del año, en las que es más probable que nos planteemos ciertos objetivos o propósitos que quisiéramos lograr. Estas épocas suelen ser principalmente cuando acaba el verano, o cuando se inicia un nuevo año.

Los propósitos son muy variados, depende de cada uno. Sin embargo: empezar a ir al gimnasio al menos tres veces a la semana, aprender un idioma, ponernos a dieta o estudiar para unas oposiciones, suelen ser de los mas frecuentes. Eso sí, siempre nos han dicho que debíamos tener voluntad y motivación para conseguirlos. 

Aunque es verdad que esos objetivos no son estables, en algunos momentos hemos querido unas cosas y en otros, otras diferentes: pero siempre hay algo que deseamos conseguir. Eso es lo sano, lo normal, el problema sería que nunca tuviéramos ningún sueño que hacer realidad. Claro que unas veces has tenido éxito y lo has conseguido, otras en cambio has abandonado antes de haberlo logrado. 

Y la frase más repetida cuando se ha abandonado la idea de obtener ese objetivo, es aquello de “es que no estoy motivado”. 

Motivación y Voluntad

Bien pues, imagínate esta situación:

Te has propuesto, como decía antes, ir al gimnasio tres veces a la semana como mínimo. Pero llegas una tarde a casa, después de un día no demasiado bueno. Te has encontrado con un atasco de tráfico interminable, uno a la ida y otro a la vuelta. En el trabajo no te has parado ni un segundo, casi no pudiste ni desayunar con calma. Tu jefe estaba de un humor de perros y te ha caído una bronca, que seguramente no te merecías. 

Llegas agotado y te sientas en el sofá, querías ir al gimnasio, pero…. Después de pensarlo, te obligas, te levantas, te cambias de ropa y te vas. Desde luego, en esta situación, no ha sido la motivación lo que ha hecho que finalmente acudieras a tu cita con el gimnasio: sin duda, ha sido tu fuerza de voluntad  la que ha actuado.

Solemos decir eso de que no hemos hecho algo porque no estábamos motivados, como si la motivación fuera lo único que puede hacer que nos pongamos en movimiento. Y no es cierto, para algunas cosas tendremos que utilizar ese músculo que se llama voluntad. 

¿Qué es la motivación?

Se puede definir la motivación como ese proceso que hace que empecemos y mantengamos una acción, con el propósito de alcanzar un objetivo, o bien de satisfacer una necesidad que tenemos. La motivación es un estado emocional que se activa cuando tenemos una buena razón para actuar, para movernos. Un estímulo que puede ser externo o interno, y que nos sirve como recompensa. 

Cuando tenemos un motivo lo suficientemente fuerte, que hace que actuemos casi sin pensarlo…sin que necesitemos ni un gramo de voluntad. Es una especie de impulso que nos lleva a hacer algunas cosas sin que nos requiera demasiado esfuerzo, y que nos ayudará a conseguir un objetivo o una recompensa.  

Pero esa motivación no estará al mismo nivel todos los días, ni siquiera a todas horas del día. La motivación es muy variable e impredecible, porque existen muchos factores a nuestro alrededor, y también dentro de nosotros mismos, que van a hacer de la motivación algo muy inestable.

Dicho de otra forma: si te has propuesto ir al gimnasio tres veces a la semana, habrá unos días que estarás motivado para ello porque te sentirás bien; pero sin duda, otros días tendrás que tirar de tu fuerza de voluntad para no faltar.

Y si la motivación depende de nuestro estado emocional y por tanto es impredecible, la voluntad en cambio es bastante más estable: porque no va a depender del estado emocional en el que estés, sino que dependerá de ti mismo. 

¿Qué es la voluntad?

De hecho, la definición de voluntad que aparece en un diccionario es “la facultad de decidir y ordenar de manera consciente la propia conducta, para dirigirla hacia una acción determinada”. Por tanto, la voluntad es la decisión consciente que toma una persona para ponerse en marcha, y dirigirse hacia un objetivo.  

Entonces parece ser que la motivación no sería, como podría creerse, el motor principal de la acción… sino que es la voluntad.

Además, con la voluntad puedes plantearte hacer cualquier cosa en un momento determinado, y hacerlo tanto si estás motivado  como si no. Sin embargo, con la motivación no podrás planificar ninguna actividad, porque puede que estés motivado para hacerla en ese momento, o puede que no. 

Puesto que la motivación es un estado emocional que depende de factores aleatorios, y la voluntad es una decisión consciente de una persona, podríamos concluir que la voluntad es más duradera en el tiempo que la motivación. 

Por otra parte, la motivación por lo general nos lleva a actuar para conseguir una recompensa a corto plazo. Sin embargo, la voluntad nos lleva a alcanzar metas a más largo plazo, ya que “tener la voluntad de…” implica también ser perseverante.

La fuerza de voluntad

Pero claro, aunque la fuerza de voluntad dependa de nosotros, no es infinita y en algunos momentos se nos puede acabar. 

Por ejemplo: si vemos que una tarea en concreto tiene una gran dificultad, es posible que la voluntad que tengamos no nos llegue para poder realizarla. Por otra parte, si percibimos que la tarea nos va a requerir demasiado esfuerzo, tal vez no podamos sacar toda la fuerza de voluntad que vamos a necesitar. 

Lo que está bastante claro es que la creencia de que es la motivación la única que puede hacernos actuar, es la que nos llevará a abandonar un objetivo con mayor probabilidad. Por el contrario, si tenemos muy claro que es nuestra voluntad de hacer la que podrá llevarnos a lograr ese objetivo, sin duda tendremos más posibilidades de conseguirlo. 

Por supuesto, lo ideal sería que las dos cosas funcionaran juntas. Porque cuando estamos motivados, es más fácil dirigir nuestra conducta hacia lo que queremos conseguir.

Pero como te digo: la motivación depende mucho de tu estado emocional. Así que si tuvieras que ejercitar una de las dos, mejor entrénate en la voluntad, y sin duda conseguirás muchos más objetivos con ella.

Rosa Armas 

Psicóloga colegiada T-1670. 

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