¿Te consideras una persona optimista? ¿Eres de esas personas que se alegran de que el vaso esté medio lleno, o de las que se quejan de que esté medio vacío?
Como ya sabes, hay personas que son optimistas y que tienden a ver siempre el lado positivo de las cosas. Estas personas, no sólo están llenas de confianza y seguridad, sino que se la contagian a los que la rodean. Otras en cambio, prefieren centrarse más en la parte negativa, y de paso, quejarse de ella. Lo malo es que, esto también se contagia.
Es verdad que todos podemos pasar por momentos más optimistas o más pesimistas a lo largo de la vida, dependiendo de las circunstancias que nos rodeen en cada momento. Pero también es verdad que algunas personas tienden más al optimismo y otras tienen más tendencia al pesimismo.
Qué es el optimismo
No creas que ser optimista es sinónimo de ser ingenuo. Quiero decir con esto que las personas optimistas saben perfectamente que la vida está llena de problemas, que se pueden encontrar con dificultades y con imprevistos que no les gusten en cualquier momento.
Sin embargo y a pesar de ello, centran su atención en la parte más favorable, que siempre la hay, y perciben una oportunidad de crecer y superarse con cada problema que les surja. Y eso, es el optimismo.
Tal vez todos tendríamos que poner en práctica esta forma de mirar la vida, sin duda nos podría hacer un poco más felices, pero además, se sabe que las personas optimistas tienen una mejor salud, tanto física como psicológica.
Algunas personas, al hablar de ellas mismas, pueden decir que son muy optimistas. Por el contrario, otras muchas consideran que son pesimistas. Al decir, “yo soy pesimista”, o bien, “yo soy optimista”, da la impresión de que estamos hablando de que el optimismo o el pesimismo son algo que forma parte de nuestra personalidad; y que nos resulta imposible cambiar.
Es como si estuviéramos diciendo, yo es que soy pesimista y esto no tiene vuelta atrás, es imposible cambiarlo. Lo cierto es que, ni el optimismo ni el pesimismo, son rasgos de personalidad estables y duraderos para toda la vida, en realidad no son más que formas de pensar, y como tales, podemos cambiarlo siempre que queramos, o mejor dicho, siempre que nos entrenemos para ello.
En realidad, todos somos algo pesimistas u optimistas dependiendo del momento o las circunstancias, la diferencia entre uno y otro está en cuáles son las ideas que predominan en el día a día.
Cuáles son las características de una persona optimista
Hay algunas actitudes y comportamientos que son comunes a las personas que tienden al optimismo, y son las siguientes:
Ven las oportunidades
Una persona optimista es capaz de ver en los problemas y en las cosas que no han salido bien, una oportunidad para mejorar. Si bien una persona pesimista se quejará de lo que ha salido mal, alguien que es optimista aprovechará el problema, el error o el contratiempo, para aprender de ello, y de esta manera crecer y mejorar.
No ven como un fracaso aquello que no salió bien, por el contrario, lo ven como una oportunidad de aprendizaje. Pero incluso, podría encontrarle hasta la parte más cómica a una situación que no lo fuera tanto.
Conocen sus cualidades
Una persona más optimista, conoce perfectamente cuáles son sus cualidades y cuáles son sus defectos. Sabe cuáles son sus límites, por lo que, no pierde el tiempo en compararse con otras personas, sino que se dedica a mejorar por sí misma.
Son realistas
Como decía antes, un verdadero optimista es también una persona realista. No lo ve todo de color de rosa porque sabe que eso no es real. Reconoce y sabe que se puede encontrar con problemas. Sin embargo, la diferencia con alguien pesimista, es que el optimista busca las formas para poder solucionarlos, o al menos, para solucionar aquello que les sea posible.
Al mismo tiempo, ese realismo les evita ponerse metas que sean inalcanzables. Saben muy bien que no todo se puede conseguir e, intentar conseguir lo que es imposible, sólo llevará a sentir frustración.
Tienen una autoimagen positiva
Una persona optimista, tiene una imagen positiva de sí misma y una buena autoestima, se enfrenta a las dificultades con confianza. Por supuesto, esto no significa que pueda conseguir todo lo que quiere, lo que significa es que lo intenta y no se rinde con facilidad.
Saben automotivarse
Relacionado con esta última frase de que no se rinden con facilidad, otra de sus características es que saben cómo automotivarse. Esto quiere decir que, a pesar de que una situación les pueda ser desfavorable, una persona optimista se automotiva buscando la forma de seguir en acción, y así conseguir sus objetivos.
Ignoran las críticas negativas
No les importan las críticas que puedan hacerle otras personas, a no ser que sean críticas constructivas. En este último caso las escucharán, pero a las críticas que no les aportan nada bueno no les prestan atención. Esto es así por lo que te decía antes, porque se conocen muy bien y saben identificar sus cualidades y sus limitaciones, con lo que, no pierden el tiempo escuchando críticas.
Nunca se rinden
Nunca dejan de luchar por aquello que quieren conseguir. Tienen muy claro que con confianza y con esfuerzo, podrán lograr lo que se propongan. Y es que, suelen plantearse muchos objetivos a conseguir.
Aceptan sus errores
Otra característica importante de las personas optimistas, es que aceptan y admiten los errores que hayan podido cometer. Los reconocen sin mayor problema, no se justifican ni culpan a los demás por errores que han sido suyos. Simplemente los admiten y aprenden de ellos, en ese sentido son honestos con ellos mismos y saben que no siempre tienen la razón.
No creas que el optimismo es una característica con la que se nace, tampoco es un privilegio que tienen sólo unos pocos, por el contrario, es algo que puedes entrenar. Puedes entrenarte buscando la parte más favorable de las cosas, buscando las soluciones en lugar de quedarte atascado en el problema y fijándote en qué es lo que puedes aprender, en lugar de quejarte. Por supuesto, esto no evitará que tengas problemas y contratiempos, pero sí que puede evitarte un gran malestar.
Cómo desarrollar el optimismo
Vamos aquí a hablar un poquito sobre el optimismo que siempre será más agradable. Para empezar, vamos a echar abajo una creencia muy común que no es cierta; el optimismo no significa verlo todo de color de rosa. No significa pensar que todo es bueno y fantástico; ni creer que nunca vamos a tener ningún problema o que es imposible que nos pase nada malo. Esto no es optimismo; eso es una absoluta irrealidad.
De la misma forma; irnos al extremo contrario y pensar que todo está mal, que todo es horrible y que nada funciona, también es irreal. La idea es practicar el optimismo, pero de una forma realista.
El optimismo es no quedarnos con la idea más negativa que nos llegue a la cabeza; cuando las alternativas son muchas otras ante cualquier situación. Es analizar para qué nos ha servido o qué nos ha aportado una mala experiencia que hayamos tenido; es no creer que los problemas son obstáculos que no vamos a poder superar nunca. Y es no pensar que, porque una parte de nuestra vida no vaya bien del todo, significa que toda nuestra vida es un auténtico desastre.
El optimismo se aprende
Que en nosotros predomine más el optimismo o el pesimismo, va a depender de cómo nos enseñaron a interpretar las situaciones. Una de las formas de desarrollar el optimismo es mediante la ayuda de un psicólogo, te podemos ayudar.
Depende, como en muchas otras cosas de la educación que tuvimos. Por esto, es importante enseñar a nuestros niños el optimismo como un conjunto de maneras más sanas de pensar; aportándoles alternativas si ellos mismos no las ven, y de paso, podemos entrenarnos nosotros. También depende de cómo hayamos interpretado nuestras propias vivencias en el pasado.
Por ejemplo, se sabe que las personas con tendencia al optimismo, consideran que los acontecimientos positivos que les ocurren se deben a factores estables y de ellos mismos. Por ejemplo; ante un éxito laboral, piensan que se lo merecen y que se lo han ganado. Por el contrario, a los acontecimientos no tan favorables, les atribuyen causas más externas y temporales. Una mala respuesta de un amigo, no la interpretan como “estará enfadado conmigo”; sino como “seguro que tiene un mal día”.
¿De qué manera nos entrenamos en ser más optimistas?
Para empezar y como decía antes, vamos a no quedarnos con la primera idea negativa que nos llegue a la cabeza, y veamos qué otras opciones tenemos. Por ejemplo, tu pareja sale de trabajar por la noche y tu estás en casa esperando que llegue; pero, ya va con media hora de retraso. Es posible que, la primera idea que te llegue a la cabeza sea la de que haya tenido un accidente. Esa idea, sin duda, te hará pasar muy mal rato.
Otra idea podría ser “es imposible que le ocurra nada malo”, este pensamiento es optimista pero no es realista y, no se trata de engañarnos. Hay muchas otras opciones de pensamientos, salió un poco más tarde hoy, se entretuvo con alguien, está en un atasco … En situaciones como ésta, no te quedes con la peor idea; busca qué otras alternativas tienes que pueden ahorrarte el malestar.
Ante cualquier problema que se te presente, puedes opinar que es un problema insalvable que no podrás resolver. Pero también puedes analizar qué posibles soluciones tiene e intentarlo con optimismo. Si no lo haces así, estarás siendo pesimista; y tirarás la toalla antes de probar si puedes resolverlo.
Sacar lo bueno de las adversidades
Cuando se te presente alguna adversidad, porque eso es inevitable, puedes sacar la parte buena de ello. Esto estamos todos cansados de oírlo, pero, ¿cómo se hace eso? Pues… pregúntate para qué te ha pasado eso. Preguntarte el “para qué ha ocurrido”, hará que veas su parte buena o el aprendizaje que tiene para ti y eso es optimismo. Sin embargo, preguntarte el por qué ha ocurrido, no suele servir para nada.
Se sabe que, las personas optimistas, son capaces de resolver una mayor cantidad de problemas; porque los perciben como retos a superar. Se recuperan mucho antes de los fracasos que los pesimistas. Tienen mejor salud y viven más tiempo. Yo diría que son razones suficientes como para empezar a entrenarnos en ser optimistas.
Recuerda que, ser optimista no es un rasgo de personalidad, es sólo una forma de pensar y, tú puedes elegir de qué forma quieres pensar.
Qué es el optimismo tóxico
“Quítate eso de la cabeza, piensa en positivo”, “Olvídate de eso, tienes que ser positivo”. ¿Te han dicho alguna vez una de estas frases u otra cosa parecida a ésta? Sí, claro que sí, cientos de veces. Parece que están muy de moda este tipo de expresiones, y parece que, nuestro entorno, nos obliga a ser positivos.
Sí, ya sé, debemos ser positivos y optimistas. Está demostrado que, ser optimista, tiene muchos beneficios para nuestra salud, tanto para la física como para la psicológica. Por supuesto, muchos más que ser pesimista.
Sin embargo, es necesario utilizar el optimismo en su justa medida. Porque practicar un optimismo excesivo puede llegar a ser perjudicial, e incluso puede llegar a ser tóxico. Es de esto de lo que quiero hablarte hoy; de qué es el optimismo tóxico, y qué consecuencias puede tener.
Qué es el optimismo tóxico
Una persona optimista es aquella que se inclina a ver el lado más positivo de las situaciones. El optimismo tóxico, en cambio, consiste en ser optimista y positivo; pero sin que exista una base real para serlo, o al menos para serlo tanto.
El optimismo tóxico implica esperar, y casi dar por hechos, unos acontecimientos positivos,, sin tener en cuenta las probabilidades reales de que esos acontecimientos sucedan. Por lo general, las probabilidades son muy pequeñas o nulas.
Sin embargo, ese optimismo excesivo nos hace creer que ocurrirán, lo que nos lleva a alejarnos de la realidad. Está relacionado con el sesgo de positividad, que consiste en centrarnos en la parte más positiva de las cosas; que eso está muy bien, pero obviando totalmente los inconvenientes que puedan tener.
Claro que, tú puedes pensar, “bueno, y qué?, cuál es el problema?, al fin y al cabo, soñar es gratis”. Y sí, claro que lo es. El problema se presenta cuando no lo dejamos sólo en soñar, sino que actuamos impulsados por esa positividad.
Por ejemplo, cuando tienes una idea muy buena de negocio, y te lanzas a él, sin tener en cuenta las dificultades, los gastos, la competencia, etc. Con las que te puedes encontrar, y piensas que sólo porque es una buena idea, tiene que salir bien… y al final terminas arruinado.
O cuando lo dejas todo, casa y trabajo, para irte con esa persona que conoces hace una semana, pensando que es el amor de tu vida y luego no va nada bien. A eso me refería con eso de “alejarnos de la realidad”.
Qué consecuencias puede tener el exceso de optimismo
Como te decía, ser optimistas es bueno para nuestra salud. Nos mantiene en la esperanza de que, lo que hacemos, saldrá lo mejor posible. El exceso de optimismo en cambio, sólo nos hará ser imprudentes. Además de ésta, puede tener otras consecuencias.
- Una de las consecuencias que tiene ser tan optimista, es que no le prestaremos ninguna atención a los problemas que nos podrían surgir y que siempre pueden aparecer, con lo que no estaremos preparados para afrontarlos. Por el contrario, sólo le prestaremos atención a lo que coincide con lo que queremos ver, es decir, a ese buen resultado que queremos. Y esto, puede llevarnos a un tremendo fracaso, con la frustración correspondiente.
- Otra gran consecuencia, es que no tendremos ninguna alternativa. Con esto, lo que quiero decir, es que, al no ser realistas y no prestar atención a las posibles complicaciones que puedan surgir, no tendremos preparada una opción alternativa; o dicho de otra manera, no tendremos un plan B. Si el plan A, sale mal, y no tienes en mente un plan B, te quedas sin nada.
- Además, ese exceso de optimismo, nos puede llevar a tomar decisiones y a llevar a cabo acciones poco prudentes, que pueden terminar siendo equivocadas
Por otra parte, las expectativas que tendremos para nuestra vida, serán acordes con ese optimismo exagerado, pero desde luego, no serán congruentes con la realidad. Con lo cual, son expectativas que nunca se cumplen, porque son expectativas irreales. Y esto, con un poco de tiempo, nos puede dar algún que otro disgusto.
Todo lo anterior tiene otra consecuencia; y es que nos estaremos mintiendo a nosotros mismos. Engañarnos a nosotros mismos es relativamente fácil, lo que ocurre es que podemos mentirnos durante un tiempo, pero al final nos toparemos con la cruda realidad.
Cómo evitar el optimismo tóxico
Como puedes ver, los extremos son siempre malos. Por lo tanto, insisto, es saludable ser optimista, lo que no lo es tanto es serlo en exceso.
Pero claro ¿cómo se puede controlar la cantidad de optimismo, sin llegar a ser pesimista? Te propongo algunas ideas, o mejor dicho, el cambio de algunas ideas.
Da la impresión de que todo se arregla con un “piensa en positivo”, y no es así. Me ha pasado algo malo, me ha salido muy mal un plan o un proyecto, y yo… ¿pienso en positivo? ¿Y eso cómo se hace? ¿Difícil verdad?
Pues no. No tienes que hacer eso tan complicado. Lo mejor que puedes hacer es buscar la parte más favorable de la situación, y mantener la esperanza de que mejorará, o bien, valorar cuáles han sido tus errores, para aprender de ellos y mejorar. Eso es ser optimista.
Por otra parte, tener sueños, objetivos, metas, proyectos, no sólo está muy bien, sino que es necesario. Pero claro, quedarte sentado y desear que ocurran, no es suficiente. Algo tendrás que hacer para conseguirlo. Ya sabes, “a Dios rogando y con el mazo dando”.
Por último, siempre que te metas en un proyecto, está muy bien tener entusiasmo, pero además, intenta prever con qué problemas te puedes encontrar; para que si aparecen, tengas opciones de poder solucionarlos. Está claro que pueden surgir imprevistos con los que no contabas, pero al menos, procura pensar en los que son más probables.
Rosa Armas
Colegiada T-1670.