Si convives con tu pareja, tanto si llevas muchos años como si llevas algo menos, te habrás dado cuenta de que la convivencia no es nada fácil. O al menos que no es tan fácil como habrías pensado…a no ser claro está que estés en el principio de todo, ahí sí que todo suele ser maravilloso.
Y es que nadie ha dicho nunca que fuera fácil. Existen motivos de conflicto que eventualmente se manifiestan en las parejas.
Ya lo sabemos y lo hemos hablado en otros artículos, acerca de los problemas de la pareja. Al principio de la relación todo es fantástico, todo es bonito: tan bonito y fantástico que deseamos pasar mucho más tiempo con la persona a la que queremos. Decidimos irnos a vivir con esa persona, o bien casarnos y en principio, todo sigue siendo igual de maravilloso.
Y el principio de una relación es muy bonito por una razón muy sencilla: al principio del enamoramiento, vemos todo a través de una especie de filtro. A través de ese filtro vemos sólo lo que coincide con nuestras expectativas.
Por eso pensamos que la persona a la que hemos encontrado es la perfecta: todo coincide con lo que buscábamos y con lo que queríamos. El resto de las cosas, es decir, lo que no coincide con lo que queríamos, no es que no lo veamos; simplemente no le prestamos atención, o bien creemos que no es importante en absoluto.
Claro que cuando ya ha pasado algo de tiempo, cuando se nos ha pasado esa fase inicial de enamoramiento, dejamos de ver a través de ese filtro. Y podríamos decir que empezamos a ver con normalidad. Entonces empezamos a detectar las cosas que no nos gustan tanto del otro; las cosas que nos molestan, y también las que nos irritan del otro.
Y vemos que sí: que sí que son importantes. Para un ratito o para algo puntual no, pero, para una convivencia tranquila sí que lo son, y entonces habrá que negociar. Y este es el tema central de este artículo.
¿Cuáles son los motivos de conflicto más habituales en la pareja?
Vamos a analizar aquellas causas de conflicto que, en el mejor de los casos, son las que llevan a una pareja a la consulta de un psicólogo.
Las tareas domésticas
Según algunas estadísticas, el motivo más frecuente de conflicto entre las parejas es el reparto de las tareas del hogar. Parece ser que no en todos los casos, pero de manera general, no se reparten adecuadamente. Y siempre hay un miembro de la pareja que hace mucho más que el otro.
Aquí voy a hablar en términos generales: es decir, hablaré de lo que es más frecuente que ocurra…que no quiere decir que pase así en absolutamente todos los hogares. Por lo general es la mujer la que más trabaja en casa; posiblemente por la diferente educación que hemos tenido hombres y mujeres.
Muchas mujeres, yo diría que casi todas, han sido educadas para eso: para atender a la casa y a la familia. A los hombres, repito salvo excepciones, no se les ha educado para realizar esas tareas.
La división de responsabilidades
Al llegar a la convivencia, habrá que negociar este reparto. Ya que cuando una pareja termina en la consulta de un psicólogo para intentar solucionar una situación complicada, de lo primero que se queja siempre una de las partes es de que “en casa lo hago yo todo”.
Por tanto, es necesario negociar esta parte para que la convivencia sea agradable para todos. Para negociarlo hay que tener en cuenta varias cosas, por ejemplo: cuál de los dos trabaja más tiempo fuera de casa (con lo que tendrá menos tiempo para dedicar a las tareas de la casa) y a cuál de los dos se le da mejor unas tarea que otra. Y también, cuál de los dos prefiere hacer unas tareas antes que otras.
Además de esto los hombres, que como te decía, son los que algo menos suelen hacer en casa, tendrían que acostumbrarse a preguntar si hay algo que esté pendiente de hacer. En general no suelen ofrecerse, y la mujer tendría que acostumbrarse a pedir lo que necesita.
Hay que tener claro que ni en este aspecto ni en ningún otro, el otro miembro de la pareja es adivino. No podemos esperar que haga lo que queremos que haga si antes no se lo hemos dicho. Y este es un error muy frecuente en las parejas: esperar que el otro haga lo que nosotros estamos pensando, y como te digo, no ocurre únicamente con las tareas domésticas.
El tiempo libre y las aficiones
Otro motivo de conflicto en la pareja es el empleo del tiempo libre. Siempre digo que es necesario que una pareja tenga actividades en común; pero también que cada uno tenga las suyas por separado.
En las actividades que cada uno tenga por su cuenta, cada uno elige lo que quiera hacer. Pero en aquellas actividades que se tengan en común, y que como dije son necesarias para la buena relación de pareja, no se debe hacer siempre lo que a uno de ellos le gusta.
Habrá que repartirlo “una vez lo que te gusta a ti y otra lo que me gusta a mi”. Y esta es otra de las quejas frecuentes en la terapia de pareja “nunca hacemos las cosas que me gustan a mi”.
Lo más sano para los dos es que alguna vez ceda uno, y alguna otra vez ceda el otro. Es necesario que sea así, para que no se produzcan conflictos por las actividades de ocio.
La falta de escucha activa
El otro motivo frecuente de conflicto es eso que seguro has dicho más de una vez “es que no me escuchas”. Probablemente esta frase la diga cualquiera de los miembros de la pareja pero es cierto que, es más frecuente oírsela decir a las mujeres.
Bueno, es verdad que si tu pareja te está diciendo algo y tú estás frente al ordenador, o con el móvil en la mano, pero mientras tu pareja habla no dejas de teclear, puede que sí que estés escuchando: pero desde luego no lo parecerá.
Este conflicto en principio es muy fácil de arreglar. Cuando tu pareja te esté hablando, deja lo que estés haciendo por un instante (a no ser que sea algo muy urgente) y mira a tu pareja. Con este gesto no sólo estarás escuchando lo que te dice; sino que además también lo parecerá.
Ahora que si lo que estás haciendo es muy urgente, también puedes decirle algo así como “dame un momento que termine y ahora hablamos”.
La negociación de acuerdos familiares
Los anteriores son los motivos más frecuentes de discusión en las parejas, aunque hay otros como son “el tiempo que pasamos con tu familia y con la mía” y “dónde nos vamos de vacaciones”. Tanto éstos como cualquier otro conflicto que pueda surgir se puede solucionar negociando.
Negociar es algo así como “ni para ti ni para mi, sino para los dos”…se trataría entonces de buscar un término medio en el que ninguno de los dos salga perdiendo y los dos ganen algo.
Aunque si esto no es del todo posible, también puede ser algo así como “esta vez para ti y la siguiente para mi”. Claro que para conseguir esto es necesario que cada uno ceda un poquito.
¿Cómo afrontar los conflictos de pareja?
Por mucho amor que le tengas a tu pareja, o que te tenga ella a ti, está muy claro que sois dos personas diferentes; con ideas y formas de pensar diferentes. Por este motivo, es imposible que nunca se produzca ningún conflicto entre vosotros, y es imposible que siempre vayáis a estar de acuerdo en todo y a ninguno le moleste nunca algo de lo que haga el otro.
Estos momentos de conflicto, es verdad que pueden ser algo desagradables; pero tampoco es malo del todo que se tengan de vez en cuando. En realidad sirven para conocer mejor al otro, para poner cosas en claro y también para negociar algunas situaciones, y que la relación siga siendo igual de buena.
Lo que ocurre en muchas ocasiones es que no afrontamos ese momento de conflicto de la mejor manera. Y una actitud inapropiada puede no sólo no resolverlo, sino empeorarlo aún más.
Por esta razón, lo que quiero contarte ahora no es exactamente cómo resolver el conflicto, porque eso va a depender del motivo que lo haya causado y de los acuerdos a los que se pueda llegar con la otra persona. Lo que te quiero proponer son algunas conductas a tener en cuenta, a la hora de afrontar ese conflicto (ya sea con la pareja o con cualquier otra persona cercana).
Conductas que a pesar de ser muy lógicas y sencillas, se nos suelen olvidar con demasiada frecuencia.
Como te decía, hay una serie de conductas y actitudes que, si no las tenemos en cuenta a la hora de afrontar un conflicto de pareja, podríamos conseguir todo lo contrario de lo que queremos. Es decir, podríamos empeorar la situación. Esas sencillas conductas son las que te cuento ahora.
Primero serénate y luego habla
Cuando nos molestamos por alguna razón, el primer impulso es intentar solucionarlo. Pero claro, en ese primer impulso, estamos invadidos por la emoción de la rabia…por lo que podemos llegar a decir cosas muy feas que después nos pese haber dicho. Además de que podemos herir a la persona que tenemos enfrente y empeorar la situación.
Por esa razón, es mucho mejor darnos un poco de tiempo para serenarnos, y afrontar el conflicto un poco más tarde: cuando nos hayamos calmado, nosotros y también la otra persona.
Pero lo que quiero decir con esto es que te calmes antes de intentar solucionarlo, y no que dejes de hablarle a la otra persona. Cuando dejas de hablar al otro como una forma de castigarle, estarás utilizando la ley del hielo y eso, te lo aseguro, no soluciona nada.
No des nada por supuesto y pregunta
Una cosa es la razón real de lo que ha provocado el conflicto, es decir lo que ha ocurrido de verdad, y otra muy diferente la interpretación que tú has hecho de lo que ha ocurrido.
Por esa razón, no des por supuesto que lo que tú crees es la realidad, porque puedes estar equivocado. Pregunta primero a la otra persona cuáles son sus razones y sus motivos. A partir de esa explicación, podrás gestionar mejor una solución.
Escucha y no interrumpas
Sí: escucha. Primero escucha las razones que te decía en el punto anterior, porque quizás las suposiciones que tú habías hecho son equivocadas.
Pero luego, cuando la otra persona quiera añadir o explicar algo, escúchale sin interrumpirle. De esta manera te enterarás mejor de todo, a la vez que estarás respetando su turno a la hora de hablar.
Si le interrumpes no te vas a enterar de nada, y lo más probable será que se inicie una buena discusión.
Pero como te decía más arriba, no basta con escuchar a la otra persona. Además, tiene que parecerlo. Así que mientras está hablando, mírala: es la mejor manera de demostrar que la escuchas.
Habla de lo que sientes y propón los cambios que consideres mejor
Ante un conflicto, es mejor hablar de lo que sientes y no tanto de lo que piensas. Hablar de tus sentimientos acerca de la situación en concreto, puede hacer que la otra persona te entienda mejor.
Es decir: empezar tus argumentos con expresiones como “siento que….” o “me siento…. cuando tú…” facilita que la otra persona sepa cómo te sientes con algunas situaciones en concreto.
Además, proponle los cambios que tú consideras que pueden solucionar el problema. Pero claro, los cambios no sólo le tienen que corresponder al otro, también tú podrás hacer alguno, que también debes proponer.
No grites ni insultes
Si afrontas un conflicto con el primero de los puntos que te contaba, y que es serenarte antes de hablar, lo más seguro sea que no grites ni insultes a la otra persona. Y es que de lo que se trata es de resolver el problema, y no de descalificar a la otra persona.
Si haces esto estarás aumentando la tensión del momento; la otra persona se molestará y casi seguro que también gritará o te insultará, y entonces más que solucionar nada, estarás empeorando el conflicto inicial.
No utilices el sarcasmo ni la chulería
A parte de no gritar ni insultar al otro, debes tener un poco de cuidado con tu tono de voz. Utilizar un tono chulesco, sarcástico o irónico, no da muestras de querer arreglar nada, todo lo contrario.
Así que, deja esos tonos para otras situaciones, y habla con tranquilidad y con respeto.
No te olvides de tus propios errores
En algunas ocasiones intentamos resolver un conflicto con alguien echando a esa persona toda la culpa de lo que ha ocurrido, y olvidándonos de la nuestra.
Pues bien, esto es tan sencillo como que en un conflicto entre dos, nunca tiene la culpa uno solo, sino que las culpas siempre se reparten. Si lo que intentas es arreglar algo, culpabilizando al otro de lo ocurrido, lo más probable es que tengas muy poco éxito.
No olvides que la idea final ha de ser resolverlo
Ten siempre en mente que la idea de discutir con alguien querido con quien ha surgido un conflicto, es siempre la de solucionarlo de la mejor manera posible. Por lo tanto, enfócate en proponer una solución y no en dar vueltas y más vueltas: culpabilizando y sin llegar a un punto de acuerdo. Eso sólo conseguirá cansarte, a ti y a la otra persona.
Deja los trapos sucios donde estaban
Lo que quiero decir con esto, es que si estás en la tarea de intentar resolver un problema concreto con alguien, no saques a colación situaciones del pasado: cosas que ya sucedieron y que seguramente se resolvieron en su momento, o tal vez no, pero que no viene a cuento sacarlos ahora, cuando se está tratando otra cosa diferente. Hacer esto sólo va a desviarte de tu propósito y crear mucho malestar a la otra persona.
Como ya te había dicho, estas son conductas y actitudes muy básicas y sencillas, que no van dirigidas a resolver el conflicto, sino a poder enfrentarse a él de una manera más serena.
Y claro: enfrentar los conflictos de pareja de una manera más tranquila, sin duda aumentará las probabilidades de que se resuelva antes y de la mejor manera para las dos partes.
Rosa Armas
Colegiada T-1670.