Es muy frecuente, y por lo que he oído últimamente, cada vez más, hablar de la empatía. Sobre todo cuando se quiere expresar que tal o cual persona no tiene empatía.
Claro que, por lo general, cuando hablamos de nosotros mismos, sí que decimos que somos muy empáticos. Pero ¿qué es exactamente la empatía?
¿Qué es la empatía?
Seguro que habrás oído en alguna parte, que la empatía, es la capacidad que tiene una persona de ponerse en el lugar de otra. Y eso es así. Sin embargo, la realidad es que no es tan sencillo de explicar lo que es, y tampoco es tan sencillo sentirla.
Efectivamente, tener empatía es la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona, pero del todo. Es decir, es ser capaz de comprender los sentimientos que tiene una persona con respecto a una situación, pero no desde nuestro punto de vista, sino desde el suyo. Es poder entender sus sentimientos, desde sus circunstancias, desde su forma de pensar, sus valores y sus creencias. Y todo eso es lo que no resulta tan sencillo.
Para tener empatía, no es necesario estar de acuerdo con la forma en que esa persona ha interpretado una situación, que le ha llevado a tener un sentimiento concreto, o a tener una conducta concreta. Puede ser que tú lo hubieras hecho de otra manera, pero sí que es necesario comprender la interpretación que esa persona ha hecho y por qué.
Tampoco tienes por qué aprobar su comportamiento, ni estar de acuerdo con sus ideas o sus valores. Sólo tendrías que entenderlos.
La empatía es uno de los ingredientes fundamentales de la inteligencia emocional. Un tipo de inteligencia que nos ayuda a tener más y mejores relaciones sociales y personales.
¿Cuáles son las características de una persona empática?
Las personas más empáticas suelen tener estas características:
- Saben escuchar. No sólo oyen lo que la otra persona les dice, sino que escuchan de forma activa y se implican en lo que están escuchando.
- Son personas sensibles y comprenden lo que el otro puede estar sintiendo.
- Son respetuosas. Respetan las decisiones que la otra persona tome o haya tomado, aunque ellos lo hubieran hecho de otra forma. Entienden que cada persona es diferente y toma sus decisiones en función de cómo ha interpretado una situación.
- Atienden también al lenguaje no verbal. Además de escuchar al otro, se fijan también en gestos, tonos de voz, miradas, etc. Con lo que entienden también el mensaje emocional que hay detrás del verbal.
- Cuidan sus palabras. Tienen mucho cuidado y mucho tacto con lo que dicen y cómo lo dicen, en un intento de no hacer daño a la persona con la que hablan.
¿Cuáles son los beneficios de ser empático?
Ser empático, es decir comprender a los demás, a sus emociones y sus comportamientos, es una de las partes más importantes de las relaciones sociales. Si te sientes comprendido por alguien, querrás seguir manteniendo contacto y trato con esa persona. De la misma forma, si sientes que alguna persona en concreto no te comprende, tenderás a alejarte de ella.
Por tanto, las personas que son empáticas tienen un círculo social más amplio, tienen relaciones sociales más sanas y satisfactorias, suelen caer bien a mucha más gente, son personas más respetuosas con los demás, tienen una mayor capacidad de persuasión, así como mayor capacidad de liderazgo; y además son capaces de comprender lo que les ocurre a otras personas, sólo con prestar atención a su lenguaje corporal, a la expresión de sus ojos o de su cara.
También es cierto que las personas con mayor empatía tienen alguna desventaja, y es que son más vulnerables a las cosas que ocurren en su entorno más cercano. Suelen ser personas muy sensibles, a las que les afecta mucho lo que les ocurra a los demás, y esto en ocasiones puede hacerles sufrir. Sobre todo si son personas con alta sensibilidad.
¿Cómo puedes demostrar empatía?
Escucha
Este es casi el ingrediente principal de la empatía, la escucha activa. Y, escuchar significa estar concentrado en lo que la otra persona te está contando, no es estar pensando en lo que vas a decirle después (cosa que se suele hacer mucho) ni pensando en lo que harás según acabe esa conversación.
Haz algún gesto que le indique a la otra persona que le estás escuchando, como pueden ser: asentir con la cabeza, repetir algo que haya dicho, hacerle alguna pregunta si no has entendido, y sobre todo, mírala. Si miras a otro sitio que no sea dicha persona, darás la impresión de que no te importa lo que te está diciendo. Escúchala sin hacer ningún juicio de valor, no se trata de juzgar a nadie, se trata de comprenderle.
Demuestra que le estás comprendiendo
Realizar una escucha activa es necesario para que la otra persona se sienta comprendida, pero no es suficiente. Además de eso, deberás expresarlo con frases del tipo, “entiendo que lo estés pasando mal”, o “comprendo que actuaras de esa manera”… Como te decía antes, no tienes por qué estar de acuerdo, sólo has de entenderle, no juzgando sus sentimientos ni su conducta.
Acepta las diferencias
Como decía, la empatía consiste en ver las cosas desde el punto de vista de la otra persona, no desde el tuyo. Así que, acepta que existen diferencias.
Tu punto de vista, tu opinión, tu forma de ver las cosas, tu forma de actuar, no son la verdad absoluta, o no son la única verdad, ni la única forma de entender las diferentes situaciones.
Cuando tienes esto presente, cuando entiendes que cada persona es diferente y cada uno responde en función de sus creencias, de sus valores, experiencia previa, educación que ha tenido, etc, Serás más tolerante y por tanto, te será más fácil sentir empatía.
Olvídate de ti mismo por unos minutos
Si realmente quieres mostrar empatía a alguien que quieres, no sólo has de escucharle y darle a entender que le comprendes. También tendrás que olvidarte de ti por unos minutos, así que, evita las molestas expresiones del tipo, “pues si te contara lo que me pasó a mi…” “lo mío sí que es un problema…” o “yo sí que lo estoy pasando mal”. Con estas expresiones, que son muy frecuentes por otra parte, das a entender que no te importa mucho lo que te están contando, sino que te preocupa mucho más lo tuyo, y eso será otra cosa, pero empatía desde luego no.
¿Cómo desarrollar la empatía?
Como decía al principio, no es nada fácil sentir empatía, pero se puede entrenar. Se consigue cuando se es capaz de dejar de pensar que lo propio es lo peor del mundo, cuando dejas de creer que tu verdad es la verdad absoluta, y haces el esfuerzo de comprender a los otros.
Y no se trata, como piensan algunas personas, de sentir lo mismo que siente la otra persona, eso es casi imposible, se trata de entender por qué esa persona se está sintiendo como se siente, o por qué ha actuado de una manera determinada.
Así que puedes entrenarte en empatía cuando te interesas sinceramente por alguien, por lo que le está ocurriendo, cuando escuchas y sólo escuchas, evitando hacer juicios de lo que oyes. Otra manera es, observar a alguien, observar su lenguaje corporal e intentar, a través de él, determinar cómo se puede estar sintiendo.
El Desgaste por Empatía
Si bien es cierto que la empatía es una cualidad muy valorada y bien vista, también es cierto, como te decía antes, que no es tan fácil tenerla.
Es verdad que podemos tener cierta empatía. Podemos llegar a comprender bastante bien lo que le ocurre a otra persona, y así estar a su lado y apoyarla. Pero ponernos al cien por cien en el lugar del otro, no es nada fácil…puede que hasta sea imposible.
Sin embargo, hay personas a las que sí les pasa. Personas que son tan empáticas, que llegan a asumir como propios los problemas que tienen los demás, sobre todo la gente más cercana.
Pero no es que sólo se preocupen, que eso sería lo normal, sino que literalmente sufren por los problemas ajenos. Pueden por tanto, desarrollar lo que se conoce como el síndrome de desgaste por empatía; también llamado fatiga por compasión.
Qué es el síndrome de desgaste por empatía
El síndrome de desgaste por empatía se da con mayor frecuencia en profesionales de la salud; que están en contacto permanente con personas que sufren, ya sea de problemas físicos o psicológicos. Pero se da también en otras personas, aquellas que son excesivamente sensibles y empáticas.
Como decía, este síndrome consiste en adoptar los problemas ajenos como si fueran tuyos. Y por tanto, sufrir por ellos. Pero, no sólo se sufre por los problemas de los otros; sino que se dejan a un lado los propios.
Y si bien la empatía es una cualidad positiva, habría que buscar un término medio para que siga siendo positiva. En caso contrario, en el caso de que ésta sea excesiva, será perjudicial para la persona empática.
Cuáles son los síntomas del síndrome de desgaste por empatía
La persona que está sufriendo este síndrome, suele presentar unos síntomas como los siguientes:
- Piensa constantemente en los problemas que tienen las personas cercanas a ella, y claro, no parará de rumiar sobre el tema y de preocuparse por ello. .
- Presenta un estado de nervios y ansiedad constante, privándole incluso de comer o de dormir bien.
- Tiene cambios de humor repentinos y bruscos, además de gran irascibilidad.
- Problemas para conciliar o para mantener el sueño, así como dificultades para concentrarse en sus propias tareas y obligaciones.
- Sentimientos de culpa y anhedonia, es decir, problemas para experimentar sensaciones placenteras y falta de interés por cualquier actividad por la que antes sí que lo tenía.
- Además, la persona puede sentir ansiedad, estrés, por supuesto tristeza y un gran cansancio físico.
Qué hacer si sufres de desgaste por empatía
Es lógico, que cuando una persona cercana y querida para nosotros está pasando por una situación complicada, esto nos afecte de manera negativa. El problema es que nos afecte negativamente durante mucho tiempo, porque en ese caso, estaremos tan mal como esa persona; con lo que no vamos a ser capaces de ayudarle.
La verdadera empatía aparece cuando somos capaces de poner cierta distancia a nivel emocional Y así, apoyarle y ayudarle en lo que podamos. Y claro, la pregunta es entonces ¿cómo llegar a ese punto medio? ¿qué hacer en esos casos? Ya te adelanto que en realidad no se trata de “hacer” más bien se trata de cambiar algunas ideas.
No creas que la clave está en que no sientas lo malo que le pueda ocurrir a tu gente más cercana. Si no lo sientes, es que eres una piedra. La idea es que además de sentirlo, entiendas que los problemas y las situaciones desagradables, los vivimos todos, que forman parte de la vida y que no se los puedes evitar, pero que tampoco puedes hacerte cargo de todos ellos.
Cuando quieres hacer esto, cuando quieres hacerte cargo de los problemas de los demás, estáss adoptando el papel de salvador del mundo. Y, adoptar el papel de salvador, no te permite ver que, esa persona que está pasando por una situación difícil, o por una experiencia vital complicada, tiene, igual que tenemos todos, recursos propios para superar y afrontar esa experiencia que le ha tocado vivir.
En el caso de que no los tenga, tendrá que desarrollarlos y entrenarlos.
Además, adoptar el papel de salvador del otro, no le dejará aprender de sus propias experiencias, que es lo que nos pasa a todos con las nuestras. Las situaciones adversas, nos permiten crecer, aprender y entrenar nuestros recursos y nuestras habilidades. Si asumes tú un problema de otra persona, no le permitirás crecer ni aprender. Por tanto, creer que puedes hacerte cargo de los problemas de los demás, no sólo no es verdad, sino que no es bueno, ni para ti, ni para los que lo tienen.
Cuando alguien cercano te cuente un problema que está teniendo, lo único que tienes que hacer es escucharle. En lugar de estar pensando lo que vas a hacer para solucionárselo, sólo escucha. Después de escuchar lo que ocurre, anímale, dile que podrá superarlo, que tiene la capacidad para afrontarlo, ofrécete por si necesita alguna ayuda, e incluso, puedes darle alguna idea de cómo solucionarlo, si fuera el caso. Pero no te hagas responsable del problema. El único responsable de un problema es quien lo tiene.
No pienses que eso es egoísmo. Con esto, le estarás dando la posibilidad de aprender y de fortalecerse. Si por el contrario te haces cargo tú de la situación, sin saberlo ni quererlo, le estarás haciendo más débil.
Rosa Armas
Psicóloga Colegiada T-1670.