Quién no ha vivido un mal momento en su vida, bueno… uno o una buena cantidad de ellos.
Claro que no es tan fácil definir lo que es un mal momento, porque eso va a depender de la interpretación que haga cada uno.
Lo que está un poco más claro, es que un mal momento se puede dar sin una causa concreta: por cambios vitales o crecimiento personal, por ejemplo, a los que tenemos que adaptarnos y que nos provocan malestar.
Otras veces sí que podemos definir un motivo concreto:, un divorcio, una enfermedad más o menos grave, el fallecimiento de un ser querido, o la pérdida de un trabajo pueden ser algunos ejemplos.
Sea como sea: podemos estar seguros de que los malos momentos forman parte de nuestra vida; y que resulta casi imposible evitarlos. Pero además de eso, y a pesar de que no resultan agradables, nos ayudan a crecer y a superarnos.
Lo que sí podemos hacer es aprender a gestionarlos de la mejor manera posible.
Estrategias para superar un mal momento
Sin duda, aparte de los malos momentos que ya hemos vivido, nos quedan por vivir algunos más; así que no está de más conocer algunas estrategias que nos ayudarán a llevarlos un poquito mejor.
Entender que un mal momento es pasajero
En primer lugar, voy a empezar por la idea que yo creo que es más importante a la hora de enfrentarnos a uno de estos momentos. Y es que debemos tener muy claro siempre que ningún momento malo, así como tampoco ninguno bueno, es para toda la vida. Ambos son pasajeros.
Cuando lo estamos pasando mal, se nos hace muy largo y pensamos que no saldremos de eso nunca. Pero tú sabes, por experiencias previas, que no es así y que siempre termina por pasar.
Interpretarlo con racionalidad
Por otra parte, procura hacer una interpretación lo más realista que puedas de lo que te está ocurriendo. Puedes pensar que es una catástrofe imposible de soportar, que es lo peor que te podía pasar, que “por qué a mi”… o puedes pensar que siempre hay cosas peores, que de una forma o de otra se solucionará.
Esto, aunque te lo parezca, no es resignarse…es simplemente relativizar la situación para poder pensar con más claridad. Es no hacer un drama, porque dramatizar te hará llevarlo aún peor.
Centrarse en las soluciones
Otra cosa que puedes hacer es dejar de centrar tu atención en el problema y centrarte en qué soluciones puede tener. O lo que es lo mismo: no te preocupes, ocúpate.
Si lo único que haces es lamentarte de lo que te pasa, pensar que no te lo mereces porque eres buena persona o buscar una posible explicación a lo que ocurre, te estás centrando en el problema y tardarás más en salir de ese bache.
El porqué de lo que te ocurre o el quejarte a todas horas, no hará que se arregle nada. Piensa qué opciones tienes para solucionarlo, o bien para llevarlo de mejor manera y elige la que sea mejor para ti.
Prestar atención a tus emociones
Presta atención a lo que estás sintiendo, es decir, a las emociones que te genera esa situación que estás viviendo. Por ahí puedes encontrar la manera de solucionarlo. Dicho de otra forma, ¿qué tendrías que hacer para dejar de sentir lo que sientes ahora?
Aprender de los malos momentos
Saca un aprendizaje de lo que está ocurriendo, es la manera que tenemos para evolucionar. Una buena forma de aprender de los malos momentos es analizar qué parte de responsabilidad has tenido tú en ello. En muchos de los momentos difíciles que vivimos, tenemos nosotros alguna responsabilidad, darse cuenta de cuál es nos ayuda para saber cómo actuar o no actuar en un futuro.
Si por el contrario no somos responsables en absoluto y en realidad nadie lo es, la mejor opción es aceptarlo. Aceptar suele ser la palabra mágica y significa entender que hay cosas que nos pasan porque sí y que habrá que superarlas. Hay cosas que simplemente ocurren, no podemos controlarlo todo por más que queramos. No estoy hablando de resignarse. La resignación es rendirse cuando todavía hay muchas cosas por hacer.
Una vez que lo has aceptado, será cuando podrás dar los pasos necesarios para solucionarlo si se puede; o para empezar a gestionarlo desde el punto de vista emocional.
Pero además de reconocer cuál ha sido nuestra responsabilidad, si es que la hay, otra manera de sacar un aprendizaje es preguntarnos para qué nos ha ocurrido esto. Fíjate que no digo “por qué”, sino “para qué” que no es lo mismo. Cuando encuentras la respuesta a ese “para qué”, sin duda, habrás encontrado un buen aprendizaje de ese mal momento.
Actuar de una vez
Una vez hayas decidido qué es lo que debes hacer, qué es lo que necesitas: bien sea para solucionarlo, o bien para dejar de sentir que es una auténtica catástrofe, lo mejor es no dejarlo para después o para mañana. Cuanto antes lo hagas antes volverá la tranquilidad a tu vida.
Si consideras que necesitarías ayuda, ya sea de una persona cercana o de un profesional, no lo dejes pasar demasiado tiempo y busca esa ayuda.
No pares tu vida
Mientras haces todo lo anterior para llevar ese momento difícil lo mejor posible, no pongas tu vida en pausa.
Es verdad que, cuando estamos pasando por un mal momento, desaparece toda la energía y todas las ganas para seguir con las cosas que hacíamos antes. Sin embargo, quedarte sin hacer nada, poner la pausa, no te servirá de gran ayuda: al contrario.
Intenta en la medida que puedas, seguir con tu rutina, seguir activo, porque aunque te encuentres mal, seguir haciendo las cosas que te gustan ayuda, y mucho, a mejorar el estado de ánimo y ver todo de otra manera. Y es que este mal momento también pasará.
Rosa Armas
Psicóloga colegiada T-1670