Podríamos decir que la ilusión es el combustible que nos hace funcionar. Cuando tenemos ilusión por alguna cosa, la que sea, esa emoción nos hace estar alegres y nos proporciona energía para actuar, y así dirigirnos hacia nuestro objetivo. Pero también nos ayuda a enfrentarnos al futuro con más positividad y confianza.
Pero claro, es evidente que todos los días no estamos igual y no siempre tenemos el mismo nivel de ilusión. En ocasiones, tenemos algún día malo, y eso lo podemos superar con cierta facilidad.
Sin embargo, a veces ocurre que no tenemos un día malo: tenemos una temporada mala, y esto nos hace perder la ilusión por las cosas que antes sí que nos ilusionaban.
¿Qué es la ilusión?
La ilusión es el deseo y la esperanza que tenemos de que algo en concreto ocurra en nuestra vida. Algo por lo que hemos trabajado, y que sin duda nos proporcionará felicidad.
Podríamos decir que es la combinación entre las expectativas que tenemos de que algo ocurra, y la probabilidad que consideramos existe de que ocurra.
Cuando la ilusión se pierde, podemos llegar a abandonar todos los sueños y los proyectos que alguna vez tuvimos. Nuestra vida se vuelve monótona y nos invade la tristeza.
Es muy importante mantener la ilusión. Como te decía al principio, ésta es el motor que nos ayuda a plantearnos metas y objetivos en nuestra vida, y a llevar a cabo los pasos necesarios para poder alcanzarlos.
Hay diferentes situaciones por las que podemos llegar a perder la ilusión: la muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo o de una pareja, pasar por problemas económicos, o sentir que hemos perdido la vida social que teníamos, son algunas de ellas. Aunque desde luego, puede haber muchas más; porque es una cuestión muy personal, y puede ser muy diferente lo que nos ilusiona a unos y lo que les ilusiona a otros.
¿Qué consecuencias tiene perder la ilusión?
Cuando sentimos desilusión, se produce una falta de interés y de motivación por todo o por casi todo. Nos sentimos vacíos y tristes, sin fuerzas y sin ánimo para lograr lo que en algún momento nos ilusionaba.
Por supuesto, abandonamos toda meta u objetivo que pudiéramos tener. Porque realmente, la falta de ilusión nos hace percibir esas metas como inalcanzables. Pero además afectará a nuestro rendimiento en cualquier cosa que intentamos hacer.
Cómo podemos recuperar la ilusión.
Como decía, la ilusión es una de las emociones que más pueden motivarnos para hacer cosas y perseguir nuestros objetivos. Por eso, si sientes que la has perdido, sería bueno que tomaras algunas medidas como estas:
Piensa en qué es lo que te ha hecho perder la ilusión
Casi seguro que no tendrás que pensar demasiado, porque sabes cuál ha sido la causa o las causas. Pero sí que puedes pensar de las situaciones que has vivido, en cuál de ellas está en tu mano buscar soluciones y en cuáles no, porque no haya forma de resolverla.
De las situaciones que dependan de ti, planifica lo que puedes hacer para resolverla
Por ejemplo, si has perdido el trabajo, estamos de acuerdo en que es una faena: pero lo mejor será que te pongas a buscar otro, que te ilusiones por conseguir otro trabajo, mejor incluso que el anterior.
Organiza y planifica el día con unas metas que te puedan ayudar a conseguir ese objetivo.
En las situaciones que no dependen de ti, lo mejor es que cambies la interpretación que le has dado a esa situación
Por ejemplo: si has roto con tu pareja, cambia la idea de que es la mayor tragedia que te ha pasado en tu vida. Sí, estamos de acuerdo en que se pasa muy mal. Sin embargo, puedes cambiar esa idea por la de que si la relación no estaba bien es mejor dejarla, aunque duela y se pase mal una temporada.
Si este fuera el motivo de tu pérdida de ilusión, ten en cuenta que eso es lo normal y que aunque ahora no lo creas, ese estado no durará para siempre.
Date permiso para expresar las emociones que tienes
Siguiendo con los ejemplos anteriores: en el caso de una pérdida definitiva, lo mejor es que te des tiempo para pasar tu proceso de duelo. Eso si, permitiéndote expresar tus emociones, tanto la tristeza como la rabia que puedas sentir, sin excesos y sin llegar al dramatismo.
En el otro caso, cuando resolverlo sí que depende de ti, te sentirás triste, eso es normal; pero no te quedes anclado en esa tristeza y busca opciones para resolver la situación.
Apóyate en tu familia y amigos
Cuando hemos perdido la ilusión, lo más habitual es que no nos apetezca estar con gente y queramos estar solos. Claro que esto sólo va a aumentar tu tristeza.
Aunque no lo creas y además no te apetezca, estar acompañado, hacer cosas con tus amigos o familia, planear alguna actividad en grupo o tener una conversación con un buen amigo, ayuda a recuperar la ilusión y el ánimo que se habían perdido. Permanecer en soledad sólo agrava tu estado de ánimo.
Aprovecha esas reuniones con tu gente más cercana para expresar lo que sientes, eso ayuda a liberarlo. Eso sí, no lo conviertas en monotema, porque lo que conseguirás es quedarte anclado en esa desilusión, por una parte, y llegar a aburrir a tu entorno, por la otra.
Si no te apetece contarle a nadie cercano tus emociones, siempre puedes hablarlo con un psicólogo.
Fíjate en lo positivo que hay en tu vida
Cuando nos sentimos mal, tenemos la tendencia de centrarnos en la parte mala de todo, le solemos dar más importancia a lo que nos hace sufrir que a lo que nos hace felices. Es decir, nos centramos más en lo que no tenemos que en lo que sí que tenemos.
Pero si piensas un poco en todo lo bueno que hay en tu vida, y también en los objetivos que sí que has podido alcanzar, te darás cuenta de que es mucho y de que la otra parte es la menos. No pierdas de vista eso que tienes de positivo, sin duda, te puede ayudar a recuperar la ilusión.
Haz una lista de metas u objetivos que creas que pueden devolverte la ilusión
Ponlo por escrito que lo verás mejor. Piensa en qué objetivos te puedes proponer alcanzar, que podrían hacerte ilusión.
En ese listado, introduce algunas actividades que no hayas hecho antes, que te resulten novedosas e incluso que te puedan sorprender. Salir de la rutina y hacer actividades nuevas, muchas veces consigue devolvernos la ilusión.
Lo ideal sería que te pusieras metas cortas, que te resulten fáciles de alcanzar, para que te sirvan como refuerzo y te ayuden a recuperar esa ilusión.
Cambia tus pensamientos cuando veas que son negativos
Cuando te des cuenta de que estás en pensamientos catastróficos, intenta cambiarlos por otros más positivos. Recuerda que tú puedes elegir en qué quieres pensar.
Ya sé que ésta es una recomendación muy frecuente, que tal vez creas que no es útil. Sin embargo, lo que pensamos es lo que crea en nosotros una emoción concreta. Así que te vas a sentir mucho peor con unos pensamientos catastróficos, que con otros más esperanzadores.
Busca opciones y alternativas a tu situación, para que surja esa esperanza.
No idealices la emoción de la ilusión
Lo que quiero decir con esto, es que es necesario tener metas y sueños que queramos cumplir, para mantener la ilusión y actuar para conseguirlos. Pero aún teniéndolos, no estaremos todos los días con los mismos niveles de ilusión, y eso es normal.
No estamos hechos de hojalata: somos personas y nuestras emociones varían mucho. Así que no te preocupes en exceso si un día no estás tan ilusionado como el anterior.
Por último: recuerda que ninguna racha dura para siempre, ni las malas ni las buenas. Mantener la ilusión es una cuestión de actitud, puedes hacer las cosas con desgana y aburrimiento, o puedes ponerle algo de ilusión a lo que haces y a lo que quieres que te ocurra, que por lo general, suele ser más divertido.
Rosa Armas
Colegiada T-1670.