Seguramente a todos nos habrán hecho alguna vez, algo que hemos entendido como un agravio o una ofensa.
Alguien de nuestro entorno más o menos cercano, y por tanto alguien querido, ha hecho algo o ha dicho algo que nos ha molestado, y puede que bastante. Y puede ocurrir que aún queriendo hacerlo, no sepamos cómo perdonar lo ocurrido.
Es verdad que cuando te sientes ofendido, puedes elegir agarrarte a tu rabia, a tu rencor y a las ideas de venganza. Pero también puedes elegir perdonar y seguir adelante.
Hay algunas personas que tienen una mayor capacidad para perdonar este tipo de cosas. Sin embargo, hay otras que no la tienen o se resisten a tenerla; y se les oye decir eso de “esto no lo voy a perdonar nunca”. Si eres de estos últimos, permíteme que te diga que esa frase, y también esa actitud, sólo consigue fastidiarte a ti mismo; tanto física como psicológicamente.
Quiero hablarte en esta ocasión de lo que significa perdonar a alguien; pero también, de lo que no es en absoluto el perdón, y de qué puedes hacer para conseguir perdonar lo que en principio habías entendido como imperdonable. Porque si bien es cierto que muchas veces no resulta nada fácil perdonar; también es cierto que quedarse centrado en el rencor y en las ganas de venganza, es tan eficaz como tomarte una cucharada de veneno para que se muera el otro.
Qué no es el perdón
Voy a empezar por aclararte lo que no significa perdonar, ya que muchas veces este término puede llevar a confusión.
Perdonar no significa que tengas que reconciliarte con la persona que te ha ofendido. No tienes por qué hacerlo, o por lo menos no necesariamente. A veces puede ser; pero otras, simplemente no es posible.
Perdonar tampoco significa borrar de la memoria lo que ha ocurrido, porque eso no se puede hacer. Además, recordar alguna vez eso que produjo tanto dolor tiene una función importante; que es la del aprendizaje.
Por otra parte, tampoco significa que tengas que dejar de defender tus derechos cuando crees que debes defenderlos; ni por supuesto, olvidar los valores que te definen. Ni mucho menos, dejar de defender lo que crees que es lo justo.
Y menos aún significa eso tan oído de “yo perdono pero no olvido”. Como decía antes, no podemos borrarlo de la memoria; pero olvidar, en el sentido en el que se dice en esa frase, va de la mano con el perdón. Si no es así, no se produce el perdón, de ninguna manera.
Pero entonces…¿Qué significa perdonar?
Pues perdonar es algo mucho más difícil que todo esto. Es ser capaz de recordar sin dolor y sin odio; y además eliminar todo deseo de venganza. Es liberarte de ese sentimiento tan dañino que es el rencor, independientemente de lo que haga, piense o sienta la persona que te ofendió. Es seguir con tu vida estando en paz.
¿Casi nada verdad? Y esto… ¿cómo se hace? Te lo cuento un poco más abajo, pero antes, déjame que te cuente qué beneficios tiene el perdón.
¿Cuáles son los beneficios de perdonar una ofensa?
Dejar de sentir rencor, dará lugar a que vivas con mayor tranquilidad, y a que tengas una mejor salud, tanto física como psicológica.
Te ayudará a tener relaciones personales más sanas y satisfactorias, ya que mantener ese enojo puede hacer que se lo muestres a personas que no tienen la culpa de nada.
La ausencia de rencor te ayudará a sentir menos estrés, menos ansiedad y menos hostilidad. Y claro, todo esto influirá de manera positiva en tu salud física.
¿Cómo puedes perdonar una ofensa?
Te doy algunas ideas para que al menos lo intentes.
Para empezar, identifica y ponle un nombre al sentimiento que ha provocado en ti eso que te han hecho. Puede ser rabia, dolor, tal vez la sensación de impotencia o frustración… cuando identificas lo que sientes y además lo aceptas, la intensidad de ese sentimiento disminuye.
Una vez identificado el sentimiento que predomina en ti, hila más fino todavía. Busca qué es exactamente lo que te duele de la conducta de la otra persona; cuál es el mensaje que te ha dejado esa conducta.
Te pongo un ejemplo, si tu pareja ha roto contigo porque se ha enamorado de otra persona, lo más probable es que lo que te duela no sea que te haya dejado; sino que lo que duele es saber que ya no te quiere.
Si un buen amigo te ha engañado, seguro duele más saber que ya no puedes confiar en él, que el propio engaño. Cuando logras saber qué es exactamente lo que te ha dolido, será mucho más fácil de trabajar y de aceptar; que al final es lo que tenemos que hacer.
Ponte en el lugar del otro.
Si la persona que te ha molestado es una persona cercana a ti, intenta ponerte en su lugar en el momento en que hizo lo que te molestó. Imagina que eres esa persona, con su forma de ser, con las circunstancias que vivía en ese momento; con sus preocupaciones, con sus problemas, etc. Si consigues hacerlo, si consigues ponerte en su lugar, probablemente puedas entender mejor lo ocurrido; y digo entenderlo, que no justificarlo.
Por otra parte, si tu ofensor es una persona con la que tienes, o mejor dicho, con la que quieres seguir manteniendo una relación, piensa qué podrías hacer que te ayude a sentirte mejor. Puede ser por ejemplo hablar con ella sobre lo ocurrido, o decirle lo que piensas de ello. Si quieres que tu relación con esa persona continúe, será mejor que centres tu atención en las cosas buenas que tiene, en las cosas buenas que te aporta y no en lo que ha ocurrido.
En este caso, has de tener en cuenta dos cosas. La primera es que, el hecho de que tú le perdones, no significa que esa persona tenga que cambiar. El perdón es una cosa que tú has decidido, es cosa tuya. La segunda es que si esa persona, después de hablarlo o lo que consideres oportuno, te sigue ofendiendo, tal vez tengas que tomar otra decisión. La que tú consideres.
Es verdad que, en algunos casos, ni siquiera merece la pena seguir manteniendo esa relación; pero esa, es una valoración que debes hacer tú.
Recuerda que tus emociones las generas tú mismo
Sí, es verdad; los demás pueden hacernos cosas muy feas. Pero tu emoción la vas a generar tú mismo en función de cómo interpretes lo que haya pasado, y también en función de la importancia que le des .
Insisto en que no se trata de justificarlo; se trata de darle al hecho una interpretación lo menos dramática posible. Porque de esta forma, las emociones serán menos intensas y por tanto menos dolorosas. Tú tienes el poder de liberarte del rencor.
Piensa si hay algo de bueno en lo que ha ocurrido. Estamos acostumbrados a centrarnos en el dolor, en la traición, y le damos vueltas y más vueltas. Piensa si lo que pasó te aporta algo de bueno. Puede que sí, puede que haya un aprendizaje en ello; y eso siempre es bueno.
En definitiva, perdonar una ofensa es un acto consciente, para el que debemos darnos algún tiempo a que se curen las heridas. Tomar la decisión de no querer vivir en el pasado; pero además, es algo que debemos hacer. No para perdonar a la otra persona; sino para liberarnos a nosotros mismos de ese veneno que se llama rencor, y que seguramente no merece la pena guardar.
Pero…. Qué pasa si eres tú quien ha de ser perdonado?
Claro que, todo lo anterior es para si te han ofendido. Pero, ¿y si eres tú quien ha molestado a alguien cercano? ¿Qué hacer en este caso?
Lo primero que puedes hacer es ser honesto y aceptar el daño que has podido causarle a esa persona. Habla con ella, acepta el error que has cometido, admite tu arrepentimiento por ello y pide perdón, sin poner excusas.
Después de eso, dale su tiempo para que lo reflexione, porque también lo va a necesitar. No puedes obligar a nadie a que te perdone, eso, será cosa suya.
Rosa Armas
Colegiada T-1670