Cómo cultivar la paciencia

cultivar la paciencia

Compartir en tus redes:

¿Consideras que eres una persona con mucha paciencia, que es capaz de esperar con tranquilidad el tiempo necesario? ¿o por el contrario, explotas a la primera y quieres que todo ocurra ahora mismo y si es anteayer mucho mejor? 

Si eres de estos últimos, tal vez estaría bien que trabajaras tu paciencia; porque mejorará tu bienestar y tu estabilidad emocional. Ya dice el refrán aquello de que “el que espera, desespera”. 

Es cierto que en algunos momentos es adecuado reaccionar con cierta impulsividad, sobre todo cuando es una urgencia claro está. Sin embargo, en otras ocasiones, lo más saludable y sobre todo lo más útil  sería tener mucha paciencia; para evitar los ataques de rabia, la inquietud, la frustración  y el nerviosismo, que suelen ser las primeras consecuencias de la impaciencia. Y que por tanto, son las emociones que van a dominar nuestra conducta.  

Pero además, tener paciencia nos sirve para afrontar mejor los inconvenientes y obstáculos que se nos presenten.

La paciencia: gran virtud

Pero ¿qué es la paciencia? Podríamos decir que la paciencia es la capacidad para esperar el tiempo necesario y de soportar la incertidumbre, sin perder la calma. Sin duda, un ejercicio difícil donde los haya…

Por lo tanto, no siempre resulta tan fácil cultivar esa gran virtud que es la paciencia. Para hacerlo, es necesario aceptar que las cosas que no dependen de nosotros no siempre irán al ritmo y a la velocidad que nosotros deseamos que vayan. Pero además, impacientarnos en algunas situaciones no sólo no adelanta nada, sino que nos crea malestar. 

Imagina que conduces hacia tu casa después de salir del trabajo. Cuando entras en la calle donde vives, te encuentras con un atasco de tráfico. Te das cuenta de que más adelante hay un camión descargando mercancía. O bien, entras en un banco y justo la persona que está delante de ti en la cola, se tarda un siglo y medio en terminar las gestiones que tenía que hacer. 

En ambos casos te impacientas, te pones nervioso, resoplas, te enfadas y vuelves a resoplar. Al final, no tendrás forma alguna de llegar a tu casa hasta que el camión termine de descargar; y no te atenderán en el banco hasta que la persona que está en ventanilla termine sus gestiones: por mucho que hayas resoplado. Con lo cual te has puesto nervioso, te has enfadado y te has creado malestar, para nada. 

¿Para qué sirve la impaciencia?

Esto quiere decir que en los momentos en que nos sentimos impacientes, tal vez tendríamos que preguntarnos si vamos a resolver algo con esa impaciencia. 

Por supuesto, si depende de nosotros que las cosas se agilicen, será productivo tener cierta impaciencia. Pero si en absoluto está en nuestras manos, sólo conseguiremos crearnos malestar. 

Pero no creas que ser paciente es lo mismo que ser pasivo y aguantar lo que te echen: no es lo mismo. Ser paciente significa saber esperar cuando hay que esperar, evitando actuar con impulsividad, que suele ser una forma errónea de actuar.  

Es cierto que hay personas que por naturaleza son más pacientes que otras. Sin embargo la paciencia, como casi todo, se puede entrenar. 

Qué consecuencias puede traernos la impaciencia

Parece ser que la impaciencia tiene unos efectos nocivos para nuestra salud. Una investigación de Redford Williams en Estados Unidos, demostró que a mayor impaciencia, mayor es la probabilidad de tener problemas de salud: como por ejemplo hipertensión y problemas cardiovasculares en general. 

Las personas impacientes suelen estar muy tensas, lo que hace que aumenten sus niveles de estrés. El estrés aumenta a su vez los niveles de cortisol y adrenalina, y los altos niveles de estas hormonas hacen que aumente nuestra presión arterial. 

Al mismo tiempo, tener altos niveles de cortisol nos hace sentirnos más impacientes y más ansiosos. Con lo cual es la pescadilla que se muerde la cola.

Qué hacer para entrenar la paciencia

Hay algunas cosas que puedes empezar a hacer, si quieres entrenar la paciencia. Y son estas:

Respira

En primer lugar, si te toca esperar por algo que no depende de ti el que vaya más rápido y empiezas a ponerte nervioso, respira. Respira hondo y profundamente, pero no hinchando de aire el pecho, sino el abdomen. Es la forma de respiración que más relaja. 

Esta respiración hará que tus niveles de cortisol disminuyan y logres tranquilizarte en lugar de desesperarte.  

No seas exagerado en tus pensamientos

Con esto quiero decir que sí, que todos sabemos que esperar siempre es incómodo. Pero no es lo mismo pensar que es algo incómodo, que pensar que es totalmente insoportable. Si piensas que es insoportable, que eso no hay quien lo aguante, te desesperarás aún más. 

Recuerda que lo que pienses es lo que provocará en ti una emoción determinada, y esa emoción es la que determinará tu conducta. Así que puedes pensar algunas cosas como “no tengo prisa ahora mismo”, o “no puedo adelantar nada así que voy a estar tranquilo” por ejemplo. Estos pensamientos pueden ayudarte a mantener la calma. 

Aprovecha el tiempo de espera

En esos momentos en que te toque esperar y no puedas hacer nada para adelantar las cosas, piensa en qué podrías emplear ese tiempo. Puede ser algo productivo, o no. Puedes, por ejemplo, fijarte en qué tienes alrededor en ese momento, y en qué puedes centrar tu atención mientras esperas. Cualquier cosa que esté ocurriendo a tu alrededor, puede servirte para entretenerte, y así no desesperarte. 

Pero también puedes aprovechar para contestar un mensaje que tienes pendiente de leer y responder, o hacer esa llamada que querías hacer antes. En resumen, que puedes aprovechar ese rato de espera para adelantar otras cosas. 

No te adelantes a los acontecimientos

No hagas interpretaciones de lo que puede estar ocurriendo, y me explico. Si estás esperando por algo o por alguien, y por lo que sea se retrasa, no hagas interpretaciones hasta que no tengas toda la información. Tal vez hay un motivo que desconoces para que se haya retrasado, tal vez existe un motivo por el que no ha podido llamarte antes, o por el que no ha podido escribirte…en definitiva, no interpretes antes de saber lo que ha ocurrido. 

Acepta las situaciones con las que te encuentras

Pues sí, las cosas pasan como pasan y ya sabes, no puedes controlarlo todo. Así que deja de intentarlo, sólo conseguirás estresarte.  

Si empiezas a desesperarte, piensa en qué vas a ganar con esa impaciencia. ¿Vas a adelantar las cosas? ¿te vas a sentir mejor si te impacientas y te enfadas? La respuesta a las dos preguntas probablemente sea no, así que mejor ten paciencia. 

Por último, alguien dijo alguna vez “tu vida es lo que te pasa, mientras tú te empeñas en hacer otros planes”.

Es posible que hayas organizado todas tus actividades de un día, con sus tiempos correspondientes, y querer cumplir con eso, es lo que muchas veces nos impacienta. Pero como no puedes controlarlo todo, quizá haya cosas que tengas que cambiar o retrasar. Y ese será realmente tu día, y no el que habías organizado con anterioridad. 

Y ya sabes: cuanto más entrenes la paciencia, más fácil te será usarla. 

Rosa Armas 

Colegiada T-1670.

psicólogo 24 horas

¿Necesitas hablar con un psicólogo? Estamos disponibles las 24 horas de los 365 días del año

Compartir en tus redes:

Artículos recientes

Categorías

Suscribirse

Suscríbete con tu email y recibirás información sobre promociones especiales para suscriptores