La importancia de la actitud ante la enfermedad

actitud ante la enfermedad

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Aunque no lo hayamos vivido en primera persona, todos podemos imaginar lo que se puede sentir en esos momentos. Recibir un diagnóstico médico, más o menos grave, es una sensación horrorosa; en la que te atacan en un segundo decenas de emociones diferentes, que no sabes cómo gestionar.

Es posible que lo hayas vivido tú, o tal vez una persona cercana a ti. Es un momento aterrador, en el que como te digo,  se mezclan una gran cantidad de emociones. La rabia, la negación, la tristeza, la desesperanza, el miedo, la impotencia. 

En ese momento, sentir todas esas emociones es lo normal. A partir de aquí, y según las investigaciones hechas al respecto, unidas a la experiencia de muchos profesionales de la medicina, la actitud que adopta el paciente frente a la enfermedad y a su curación, son determinantes para lograr esta última, además de atenuar los síntomas de la enfermedad en cuestión.

Si bien una actitud positiva y optimista es beneficiosa en todos los aspectos de nuestra vida, parece ser que en la curación de una enfermedad lo es aún más. 

Algunos testimonios de muchos médicos de diferentes especialidades, afirman que se recuperan mejor y más rápido de sus enfermedades las personas que han mantenido una actitud optimista ante ella, que las personas que son más pesimistas. 

La actitud ante la enfermedad: algunos consejos

Cuando la enfermedad se vive desde fuera, probablemente es muy fácil hablar de una actitud positiva y optimista. Sin duda, mucho más fácil que cuando la estás viviendo  tú mismo. Sin embargo y teniendo en cuenta los efectos de esa actitud más optimista, habría al menos que intentarlo. 

La psicóloga y coach mamen Garrido ofrece algunos consejos para afrontar la enfermedad de una manera más optimista. Mantenerse demasiado tiempo en la negación y la rabia, con esa típica pregunta de “por qué me tuvo que pasar a mi” no facilita para nada el proceso de curación.

Es cierto que esas emociones son las que aparecen en un primer momento, y además son las adecuadas en ese impacto inicial: porque no somos de piedra y necesitamos al menos un momento de rabia y desahogo. Pero a partir de pasar ese momento, y este es el consejo de Garrido, cuanto antes se acepte la situación mucho mejor.

Por tanto, es importante centrarse en cada paso que habrá  que dar a partir de entonces, sin adelantarnos a posibles acontecimientos catastróficos. Porque “quizás nos estemos preocupando por algo que no sucederá nunca”. 

Se aconseja también que la persona obtenga de los médicos toda la información que necesita tener sobre su enfermedad. Qué es exactamente lo que le ocurre, cómo será su tratamiento, cuánto durará aproximadamente, etc.

Hay personas, y a veces hasta familias, que no quieren que el paciente tenga demasiada información, creyendo que es lo mejor para ellos. Lo que provocará esto es incertidumbre, y por tanto miedo, que tampoco ayuda a la recuperación. Lo ideal sería que el paciente sepa cuál será el tratamiento a seguir y que adoptara una actitud positiva ante el mismo. “El médico es el que pone el tratamiento, el paciente es quien decide cómo se va a enfrentar a él”. 

Todos sabemos que, en los momentos difíciles, es cuando vemos quiénes están a nuestro lado y quiénes no. Cuando tenemos que superar una enfermedad difícil, Mamen Garrido aconseja rodearnos de personas no sólo que nos quieran y que nos lo demuestren, sino también que sean personas optimistas.

Sin lugar a dudas, no nos ayuda en nada tratar mucho tiempo con las típicas personas que no paran de quejarse por todo, y para las que todo es un auténtico drama. Además, mantener el sentido del humor ayuda también en los procesos de curación de las enfermedades, aunque ejercitar el sentido del humor ayuda para casi todos los problemas que se nos puedan presentar.  

Algunas investigaciones han demostrado que, existe relación entre nuestra actitud, el sistema inmunológico, el sistema nervioso y el endocrino. Por lo tanto, la actitud puede influir tanto en la creación de enfermedades como en su curación. 

Por otra parte, nos aconseja que ejercitemos el optimismo ante la enfermedad. Esto se consigue, por ejemplo, hablando con otras personas que han superado la misma enfermedad, y realizando actividades que promuevan la alegría y el bienestar. 

¿Cómo se consigue tener esa actitud optimista ante la enfermedad? 

Como te decía, seguro se ve más fácil desde fuera. Pero al menos habrá que intentar adquirir esa actitud más optimista, que en todo caso será después de haber pasado el impacto inicial. 

Además de los consejos anteriores, hay algunas otras recomendaciones que pueden ayudar a llevar con mayor optimismo la enfermedad, como son las siguientes:

  • Aceptar cuanto antes la situación en la que nos encontramos. Suelo decir que en muchas situaciones complicadas “aceptar” se convierte en la palabra mágica. Una vez que aceptas lo que no puedes evitar de ninguna manera, todo se hace un poco más llevadero. 
  • Percibir esa enfermedad como un reto que hay que superar, y no como una derrota en sí misma, porque no lo es. 
  • Centrarse únicamente en cada paso que habrá que dar para afrontar y tratar la enfermedad, procurando no anticiparse de ninguna manera, pero mucho menos de manera catastrófica. 
  • Preocuparse por llevar una alimentación lo más sana que sea posible, descansar lo suficiente y, tener momentos de ocio, diversión y relaciones sociales. Estas relaciones sociales, estaría bien que fueran con personas también optimistas y con buena energía. Y siempre que sea posible y a pesar de las circunstancias, hacer uso del sentido del humor es también de gran ayuda. 
  • Mantenerse ocupado todo el tiempo que sea posible ayuda también a mantenerse alejado de los pensamientos negativos y de las ideas más catastrofistas. Cuando éstas acuden a la mente, se pueden aislar, buscando algo que hacer que precise de toda nuestra atención. 
  • Por supuesto, es necesario darse permiso a sí mismo para estar triste o para llorar cuando se tenga la necesidad de ello. Pero procurando no mantenerse demasiado tiempo en la autocompasión y el victimismo
  • Expresar y compartir los sentimientos que se tienen con las personas que están cerca, ayuda y sirve para desahogarse.  No es buena idea guardárselo todo para si mismo, con la intención de no preocupar a los demás. 
  • En estas circunstancias, es habitual que el miedo esté muy presente en todo el proceso. Para intentar reducirlo, es conveniente preguntar a los médicos acerca de todas las dudas que la persona pueda tener. Y es que una buena comunicación con tu médico ayuda también a tener una actitud más positiva. 

Todos sabemos que no es nada fácil mantener una actitud tan buena y positiva ante una enfermedad, sobre todo ante una enfermedad más o menos grave. Pero parece bastante evidente que tener ese optimismo nos ayudará, y mucho, a la hora de recuperarnos. 

Rosa Armas 

Colegiada T-1670.

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